Trágico amanecer en el bosque de Alcafaches

ENVIADO ESPECIAL"Acabábamos de arrancar de la estación de Nelas y el tren tomó gran velocidad. De repente, la ruedas comenzaron a arañar la vías y un gran impulso me precipitó hacia adelante. Sufrí un golpazo en el rostro y vi cómo el vagón en el que viajaba caía por el talud. Un resplandor lo puso todo en llamas. Escapé por la puerta boca arriba salí al bosque. El tren ardía en silencio. Así se expresaba ayer en el hospital de Viseu Manuel Vieira, de 34 años, que ha perdido en el accidente a su madre, María Alicia de Jesús, a sus hermana Paula y Diolinda, y a uno de su sobrinos.

Fueron...

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ENVIADO ESPECIAL"Acabábamos de arrancar de la estación de Nelas y el tren tomó gran velocidad. De repente, la ruedas comenzaron a arañar la vías y un gran impulso me precipitó hacia adelante. Sufrí un golpazo en el rostro y vi cómo el vagón en el que viajaba caía por el talud. Un resplandor lo puso todo en llamas. Escapé por la puerta boca arriba salí al bosque. El tren ardía en silencio. Así se expresaba ayer en el hospital de Viseu Manuel Vieira, de 34 años, que ha perdido en el accidente a su madre, María Alicia de Jesús, a sus hermana Paula y Diolinda, y a uno de su sobrinos.

Fueron muchas las familias pobres portuguesas que ayer se despertaron con la vana esperanza de que no amaneciera. A esa misma hora, en el bosque de Alcafaches los cadáveres de sus hijos, padres o hermanos yacían aún bajo los escombros de los dos trenes de pasajeros que en la noche del miércoles chocaron de frente y sembraron el bosque de muerte.

Para María Rosa Urbal, de 21 años, su obsesión de aquellos segundos fue la de rescatar un bebé que rodó a sus pies tras el golpe.

"Intenté romper el cristal cuando las llamas y el humo comenzaban a inundarlo todo. Tiré del niñó

con fuerza, dejé paso a un señor de edad que se me adelantó, pero conseguí que el bebé saliera conmigo". Su mirada parece quieta en un punto que no existe. Sólo su propia sonrisa le recuerda que pudo sobrevivir al accidente.

Nadie se explica por qué sinrazón el tren especial 315 Oporto Hendaya-París y el convoy regional Guarda-Coimbra no se detuvieron para cederse el paso y fueron a encontrarse de frente, a 100 kilómetros por hora, sobre una vía única entre las estaciones de Nelas y Mangualde, donde uno de los dos sobraba.

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Con un gesto de indignación interior muy profunda, los paisanos de esta zona del noreste de Portugal contemplaban ayer silenciosos el rescate de las víctimas. Un campesino, con una sorna bajo la cual se esconde una tristeza oscura dice entre dientes: "A culpa a teve o gato, como sempre" (la culpa la tiene el gato, como siempre).

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