Cartas al director

El coche en tren

En estos días de vacaciones Renfe ha destacado públicamente "el espectacular aumento del número de automovilistas que utilizan los trenes para sus desplazamientos" (ver EL PAIS de 30 de agosto de 1985), y aunque una gran parte ya ha regresado a sus domicilios habituales, podría ser útil para los usuarios del servicio de autoexpreso disponer de una breve información sobre los peligros que corre su vehículo desde que lo depositan en la estación para su embarque hasta que lo recogen, con un poco de suerte sin demasiados daños, en el punto de destino.En primer lugar, la poca vigilancia permite que...

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En estos días de vacaciones Renfe ha destacado públicamente "el espectacular aumento del número de automovilistas que utilizan los trenes para sus desplazamientos" (ver EL PAIS de 30 de agosto de 1985), y aunque una gran parte ya ha regresado a sus domicilios habituales, podría ser útil para los usuarios del servicio de autoexpreso disponer de una breve información sobre los peligros que corre su vehículo desde que lo depositan en la estación para su embarque hasta que lo recogen, con un poco de suerte sin demasiados daños, en el punto de destino.En primer lugar, la poca vigilancia permite que los coches sirvan de alojamiento a la gente que prefiere viajar gratis en los trenes sin tener que utilizar, como en otros tiempos, los incómodos vagones de mercancías; pero lo peor es que, incomprensiblemente, las plataformas que transportan los vehículos no disponen de protección alguna contra los cada vez más frecuentes asaltos que sufren durante las paradas de los trenes, sobre todo en los viajes nocturnos.

Así, cuando usted se dispone a recoger el coche y emprender felizmente sus vacaciones, puede: recibir la agradable sorpresa de encontrar las lunas de las ventanillas rotas y el interior saqueado, o en el peor de los casos, como tuve la desgracia de sufrir personalmente el pasado 3 de agosto en el expreso Madrid-Alicante, el automóvil totalmente quemado gracias a la acción de los desaprensivos que, después de saquearlo, tuvieron la gentileza de dejar en su interior, y en algún otro vehículo más, unos papeles encendidos que pudieron haber provocado, además, el incendio de los demás vehículos que viajaban esa noche en el tren. No parece que sea esta desidia de Renfe la mejor forma de promocionar los servicios del ferrocarril.-

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