Reportaje:SALUD

El temor a repetir curso

Muchos padres no saben qué hacer ante los suspensos de sus hijos

Septiembre podría ser con toda tranquilidad sinónimo de centro escolar, uniformes, carteras, tizas y pizarra o cualquier otro nombre de los muchos elementos que pueblan el mundo del colegio. Septiembre significa para muchos infortunados estudiantes el encuentro obligado con las asignaturas pendientes en junio y el temor de tener que repetir curso. Para sus padres, el nuevo sus penso de los niños supone la re petición de un drama familiar, y en muchas ocasiones la incertidumbre y el desasosiego porque no se sabe ya qué hacer con el problema.La mayoría de los padres que llevan a la consul...

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Septiembre podría ser con toda tranquilidad sinónimo de centro escolar, uniformes, carteras, tizas y pizarra o cualquier otro nombre de los muchos elementos que pueblan el mundo del colegio. Septiembre significa para muchos infortunados estudiantes el encuentro obligado con las asignaturas pendientes en junio y el temor de tener que repetir curso. Para sus padres, el nuevo sus penso de los niños supone la re petición de un drama familiar, y en muchas ocasiones la incertidumbre y el desasosiego porque no se sabe ya qué hacer con el problema.La mayoría de los padres que llevan a la consulta de un psicólogo a sus hijos lo hacen preocupados por su bajo rendimiento escolar y aconsejados por los profesores. Pero las malas notas no son, en definitiva, más que un síntoma.Un niño o un adolescente puede bajar su rendimiento escolar por algún problema en la vista, por ejemplo, pero cuando se des carta que las malas notas se deban a un transtorno físico hay que pensar, entonces, que el niño está utilizando los suspensos como si fueran una luz roja. Avisando, en definitiva, que algo no marcha bien para él.Las notas son, en realidad, como una radiografía de su relación con la familia. Muchas veces los niños se cargan con los problemas de sus padres y exteriorizan los conflictos que los adultos saben más fácilmente disimular. "Aunque lo centremos todo en las notas", dice Norma Ferro, directora de la Escuela de Psicología Clínica de Niños y Adolescentes, "lo real es que a los niños no sólo se les castiga o se les compensa por estas notas, sino en todas las cosas cotidianas".

"El problema principal, con la enorme importancia que se da últimamente a los resultados escolares", continúa, "es que se educa a los adolescentes para la competencia, como si fuesen adultos, pero ellos no están preparados para competir".

De hecho, la escuela es más dura que la vida adulta en muchos aspectos, porque sólo los escolares pasan regularmente por el trance de verse calificados y examinados. Esto les puede suponer una situación de estrés angustiante si en la familia no encuentran protección y seguridad.

Cuando no encuentran este apoyo, muchos adolescentes asimilan el fracaso escolar como un fracaso vital, lo que les lleva a una crisis que, en caso de no ser solucionada a tiempo, puede dar lugar a una estructuración neurótica o psicótica del niño.

Psicoterapia

En contra de lo que se cree, el tratamiento psicoterapéutico de niños y adolescentes es más complicado que el de los adultos. Con niños se. trabaja básicamente con juegos, interpretando el símbolo que tienen estos juegos para traducirlo en palabras, mientras que los adultos saben utilizar las palabras directamente. Con los adolescentes, que están a mitad de camino entre el niño y el adulto, se trabaja principalmente con dibujos.

El campo de la psicoterapia del niño es multidisciplinar; en él intervienen también pedagogos, logopedas, especialistas en psicomotricidad, etcétera. El dibujo y el juego no son, en realidad, más que un pretexto desde el punto de vista psicoterapéutico, pero algunos autores opinan que tiene un efecto terapéutico en sí mismo.

Un problema al que se enfrentan generalmente los psicólogos infantiles es que los padres viven de una forma muy vergonzante tener que llevar a sus hijos a psioterapia, y en cuanto mejoran los síntomas y sube el rendimiento escolar los sacan del tratamiento, sin llegar realmente al fondo del problema. Por temor, quizá, a ver que el problema es la familia y no el colegio.

"Lo que les preocupa a los padres ante todo", dice Norma Ferro, "es que los niños no repitan curso, y es muy difícil convencerles que para los chicos es mejor repetir que acumular nuevas tensiones en un curso más alto para el que no se encuentran preparados".

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