Cartas al director

Fiestas y rateros

Sangría, chotis, lucecitas de colores banderas; contemplando a tania gente divirtiéndose era feliz cualquiera. Las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma, la reafirmación del casticismo madrileño. Chulos, chulapas, nativos, adoptivos y extranjeros. La armonía y el contento. Sí, pero...Mientras giraba aquella atracción, la gente se agolpaba para conseguir un lugar en el próximo viaje. En medio de la confusión, mi monedero también viajó, aunque por cuenta y riesgo de los que aprovechan tales ocasiones, para no retornar nunca.

Volvimos al coche. Alguien se había tomado la molesti...

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Sangría, chotis, lucecitas de colores banderas; contemplando a tania gente divirtiéndose era feliz cualquiera. Las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma, la reafirmación del casticismo madrileño. Chulos, chulapas, nativos, adoptivos y extranjeros. La armonía y el contento. Sí, pero...Mientras giraba aquella atracción, la gente se agolpaba para conseguir un lugar en el próximo viaje. En medio de la confusión, mi monedero también viajó, aunque por cuenta y riesgo de los que aprovechan tales ocasiones, para no retornar nunca.

Volvimos al coche. Alguien se había tomado la molestia de abrir la puerta y buscar un aparato de radio que antes conquistó la competencia. No era nuestra noche, seguro. Tampoco debió de ser la de muchos otros coches y monederos. San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma lo habían brindado todo. La culpa no era de ellos.-

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