"La fiesta merece la pena"

El mitin de los prosoviéticos del KKE del Exterior en la plaza Sintagma, el miércoles por la tarde, fue la primera gran manifestación popular de la última fase de la campaña en Atenas. Las canciones de Mikis Teodorakis (diputado en la última legislatura y candidato también en las elecciones del domingo) se alternaban con otros temas del repertorio revolucionario, incluyendo la española ¡Ay, Carmela! cantada, eso sí, en griego.Los comunistas están eufóricos, y eso se ve en los mítines, porque ven que son los únicos que pueden romper el esquema previsto por los dos grandes partidos. Por e...

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El mitin de los prosoviéticos del KKE del Exterior en la plaza Sintagma, el miércoles por la tarde, fue la primera gran manifestación popular de la última fase de la campaña en Atenas. Las canciones de Mikis Teodorakis (diputado en la última legislatura y candidato también en las elecciones del domingo) se alternaban con otros temas del repertorio revolucionario, incluyendo la española ¡Ay, Carmela! cantada, eso sí, en griego.Los comunistas están eufóricos, y eso se ve en los mítines, porque ven que son los únicos que pueden romper el esquema previsto por los dos grandes partidos. Por eso atacan en todos sus reuniones electorales tanto al PASOK como a Nueva Democracia. No obstante, tienen claro quiénes son sus peores enemigos. Y cuando Costas Kapas, miembro del comité central del partido y candidato a un escaño en Atenas, habla de qué ocurriría si gana la derecha, asegura: "Cuando quieran votar una ley contraria a los intereses del pueblo, ni siquiera podrán cruzar la puerta del Parlamento".

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Cuando poco más tarde de las diez de la noche los políticos terminan sus discursos y se apagan las últimas canciones, un ejército de barrenderos, surgidos como por arte de magia, limpia la plaza. Pero la campaña sigue en la calle.

En la cercana plaza de la Concordia (Omonia), más popular que Sintagma, y en las calles adyacentes, los principales partidos han alquilado amplios locales en los que los fieles pueden comprar mecheros o camisetas, recoger banderas y octavillas, seguir los discursos de sus líderes por televisión o, simplemente, dedicarse al deporte nacional de estos días: la discusión. Hasta entrada la madrugada, las caravanas de los distintos partidos atruenan con sus bocinas y sus gritos el centro de la ciudad. Es difícil pegar ojo, pero, como asegura un taxista que se declara votante del PASOK: "La fiesta merece la pena".

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