Tribuna:

Más vale duro en mano que ciento volando

El mes de mayo, con algo menos de 1.150 millones de media diaria de contratación, hasta la sesión de ayer, en la Bolsa madrileña, es todo un paradigma de la capacidad de respuesta de los mercados de valores ante la situación político-económica por la que atravesamos. En años anteriores, el simple anuncio de que las instituciones bancarias iban a realizar alguna ampliación de capital, total o parcialmente liberada, como las que ahora van a llevar a efecto Exterior y Santander, habría conseguido, cuando menos, incrementar el número de compradores de estos valores ante la seguridad de un buen neg...

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El mes de mayo, con algo menos de 1.150 millones de media diaria de contratación, hasta la sesión de ayer, en la Bolsa madrileña, es todo un paradigma de la capacidad de respuesta de los mercados de valores ante la situación político-económica por la que atravesamos. En años anteriores, el simple anuncio de que las instituciones bancarias iban a realizar alguna ampliación de capital, total o parcialmente liberada, como las que ahora van a llevar a efecto Exterior y Santander, habría conseguido, cuando menos, incrementar el número de compradores de estos valores ante la seguridad de un buen negocio.El que una compañía siderúrgica eleve la cantidad a satisfacer como dividendo a sus accionistas hasta un 20%, como es el caso de Española de Zinc, a buen seguro que no habría provocado una caída de 44 enteros en la cotización del valor en una sola semana. A estos datos se les podrían añadir algunos más, pero no servirían más que para demostrar que actualmente los inversionistas no se arriesgan más allá del plazo necesario para arrancarle un par de duros a lo que sea, incluso si las expectativas a medio plazo parecen prometedoras. Es inevitable, ante coyuntura tan tenaz, recordar que los esfuerzos del actual Gabinete por enmendar algunos aspectos de la política económica, no significan sino reconocimiento de algunas equivocaciones importantes. En este caso, hay que descubrirse ante el pragmatismo de los inversores que, ante la evidente ausencia de brújula, esperan pacientemente a ver por dónde va a salir el sol para poder obrar en consecuencia.

Se han confirmado los dividendos de algunas compañías eléctricas, sin que el mercado haya reaccionado, ni a favor ni en contra. Se ha dicho que los traspasos de activos están a punto de concluir, pese a las dificultades que el proceso entrañaba, y tampoco duró más de un día el entusiasmo en los parqués. Se dice ahora que algunas compañías importantes quieren realizar una ampliación de capital una vez concluido el proceso y, aun siendo un secreto a voces, el escepticismo ha sido la acogida más favorable.

Los bancos recuperan la libertad para ampliar su capital social con cargo a reservas, cosa que presumiblemente harán algunos, y sólo uno de estos valores parece estar preparando el terreno para aprovechar esta circunstancia, sin que ello haya significado un aumento sustancial en la demanda de sus títulos. Cuando el mercado no ofrece respuestas concretas, suele ser porque los planteamientos se dan en el terreno de lo abstracto, allí donde la bolsa -léase los inversores- se ve obligada a jugar el papel de barómetro.

En otro orden de cosas, los resultados que Hidroeléctrica del Cantábrico presentará a sus accionistas serán el reflejo de un buen año para la energía de origen hidráulico, además de suponer un esfuerzo por parte de la compañía en cuanto a la política de moderación en el crecimiento de los gastos. Amortización y beneficios crecieron por encima del 70%, siendo la cifra de beneficio bruto conseguido de 2.139 millones de pesetas, y la de amortización de 5.407 millones. La compañía mantendrá el dividendo a repartir en el 10% neto, sobre un nominal de sus acciones que en el pasado ejercicio pasó a ser de 1.000 pesetas.

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