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La ascensión de Jordi Pujol a la categoría de español del año ha boquiabierto al personal catalán casi tanto como al personal general del Estado. Además, Pujol se ha ofrecido para jefe de Gobierno si la ocasión lo requiere, y todo lo que queda a la derecha del PSOE se ha apresurado a reconocer que Pujol es un excelente punto de referencia aliado, pero que el líder indiscutible de la mayoría natural sigue siendo Blancanieves, perdón, Manuel Fraga.Una peripecia política tan sorprendente sólo puede explicarse a la luz de las estadísticas secretas que están barajando los cuarteles electoral...

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La ascensión de Jordi Pujol a la categoría de español del año ha boquiabierto al personal catalán casi tanto como al personal general del Estado. Además, Pujol se ha ofrecido para jefe de Gobierno si la ocasión lo requiere, y todo lo que queda a la derecha del PSOE se ha apresurado a reconocer que Pujol es un excelente punto de referencia aliado, pero que el líder indiscutible de la mayoría natural sigue siendo Blancanieves, perdón, Manuel Fraga.Una peripecia política tan sorprendente sólo puede explicarse a la luz de las estadísticas secretas que están barajando los cuarteles electorales. Al PSOE le ocurre lo mismo que al Real Madrid en los años setenta: no es que gane la Liga, es que los demás la pierden. La nueva confederación española de derechas necesita avales de posmodernidad que Jordi Pujol puede aportar. Ahí es nada: un nacionalista catalán, el más nacionalista de los nacionalistas catalanes y antifranquista probado, apadrinando una real alternativa de poder a la horda roja encabezada por los González, Boyer, Solchaga, Rodríguez de la Borbolla y demás bolcheviques. Jefe de Gobierno, no, eso no, porque, ya se sabe, los catalanes son muy suyos e igual aprovechan tan alto cargo para acentuar las diferencias interterritoriales; pero dar un toque de seriedad y compromiso nacional a la cosa, eso sí, porque, a pesar de todos sus defectos, los catalanes son serios, en Barcelona se conduce mejor, Cataluña es Europa y, si se les respetan sus manías, el pan con tomate y todo eso, los catalanes juegan a hacer Estado.

Jordi Pujol, pues, de padrino de provincias, pero sigue el problema de forma y fondo del líder, de ese Gil Robles necesario para que en España el poder vuelva a la mayoría metafísica. ¿Y fichar a un oriundo? Ante la escasez de líderes y los límites connaturales de Pujol, no sería mala idea repasar la lista de líderes universales de origen español y fichar al más adecuado. Hace algunos años se dijo que Jacques Chirac era de origen español, aunque oculto, por inconfesable o no confesado. La Thatcher teñida de negro azabache no estaría mal, aunque Margarita Tatché suena a catalán y no le veo otro remiendo al apellido. Pero quizá don Manuel valga, con Pujol del brazo derecho, Wojtyla del izquierdo y Reagan por la galaxia.

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