Cartas al director

Por la televisión privada

Respondo, comentándola, la carta que, baio el título El machismo de Mike Hammer, envía el señor Hans Dietrich. Tiene mucho que ver el comentario de dicha carta con la falta de libertad televisiva privada, producto de la ignorancia de lo que es el medio televisivo; pues, al igual que la Prensa escrita, oral y filmada, la televisión privada es necesaria. Dice bien el señor Dietrich que han optado por apagar el televisor. Cuando hay canales múltiples (no dos; de un mismo tronco) todos se esmeran por ofrecer mejor programa que sus competidores, al objeto de concentrar mayor número de teleau...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Respondo, comentándola, la carta que, baio el título El machismo de Mike Hammer, envía el señor Hans Dietrich. Tiene mucho que ver el comentario de dicha carta con la falta de libertad televisiva privada, producto de la ignorancia de lo que es el medio televisivo; pues, al igual que la Prensa escrita, oral y filmada, la televisión privada es necesaria. Dice bien el señor Dietrich que han optado por apagar el televisor. Cuando hay canales múltiples (no dos; de un mismo tronco) todos se esmeran por ofrecer mejor programa que sus competidores, al objeto de concentrar mayor número de teleaudiencia que reciba los mensajes publicitarios, que son sustento y beneficio de las empresas televisivas. De no tener calidad el programa emitido, y sí mayor el de la competencia, la teleaudiencia se vuelve hacia ésta, por lo que el avisador o anunciante no contrata spots en aquél.De esta forma, y por simple regla de competitividad, se cuidan los programas, como cuídanse de los suyos los teatros, los cines, los diarios al elegir sus colaboradores, y todas las actividades de la vida, sobre todo comercial. Si hubiera canales privados, el señor Dietrich sólo tendría que girar la perilla y sintonizar otro programa, sin el tomas o dejas que supone el monopolio, cuyos resultados económicos no interesan. Ni tampoco los culturales, éticos y morales, pues es evidente que no existe una dirección artística. Es que cuando se suplanta el esfuerzo y la imaginación para progresar, a expensas de subvenciones estatales, la cosa no puede resultar.

¿A quién le interesa? La televisión, como otros medios y/o actividades, sólo hay que reglamentarlos, simplemente.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En