Tribuna:

Los japoneses

Ahora que ya somos europeos sólo falta decidir si nuestro modelo de futuro ha de ser norteamericano o japonés. Desgraciadamente, no hay más opciones en el mercado que esas dos razas de colonialismo para acceder a la modernidad por la vía rápida. Porque está visto que la posmodernidad es cosa municipal que está muy bien para pasar un rato al anochecer, pero el célebre fenómeno madrileño ha tenido hasta el momento escasas repercusiones en la balanza de pagos, en la renta por habitante, en las tablas input /output y en el desarrollo tecnológico.Tenemos la posmodernidad, que es el folclor d...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ahora que ya somos europeos sólo falta decidir si nuestro modelo de futuro ha de ser norteamericano o japonés. Desgraciadamente, no hay más opciones en el mercado que esas dos razas de colonialismo para acceder a la modernidad por la vía rápida. Porque está visto que la posmodernidad es cosa municipal que está muy bien para pasar un rato al anochecer, pero el célebre fenómeno madrileño ha tenido hasta el momento escasas repercusiones en la balanza de pagos, en la renta por habitante, en las tablas input /output y en el desarrollo tecnológico.Tenemos la posmodernidad, que es el folclor de la sociedad posindustrial, pero no tenemos sociedad posindustrial. Ahí está el detalle. Aunque hay que admitir nuestra deslumbrante originalidad, porque el folclor suele ser manifestación de una sociedad en ruinas, en todo caso preexistente, nunca de manifestación de lo que todavía está por ver. Y no parece que el folclor sea el más recomendable de los equipajes para deslizarse por la demoledora pendiente fin de siglo. Por eso hay que escoger urgentemente entre el modelo norteamericano y el japonés, habida cuenta de que ya es imposible fingir soberanía industrial o posindustrial y el único privilegio que nos queda es el de elegir libremente a nuestros colonizadores.

Yo voto por los japoneses. Venden aproximadamente lo mismo que. los norteamericanos, el premio es igual o algo más barato, es mayor la calidad de sus cacharrerías, tienen el futuro agarrado por los cuernos, como estos días hemos visto en la feria de Tsukuba, y, sobre todo, colonizan con más elegancia que sus competidores. Se esfuerzan los tipos por aprender español y tocar la guitarra, en los aeropuertos no hacen ruido y ceden el paso a los indígenas, no mezclan los negocios con la propaganda política, comen lo que les echen con la sonrisa indesmayable, su cine no es mejor que el nuestro y carecen de CIA, Pentágono, Casa Blanca, misiles, bases, asesores militares, espías, anglicismos e hispanistas especializados en la poética del 27. Y además son colonizadores de estatutura bastante más baja que la de sus colonizados, lo cual quita mucho hierro al asunto.

Archivado En