Tribuna:

El alma

Repetidas veces se ha hablado de la importancia de la medicina preventiva y de su enorme desarrollo en Estados Unidos. Puedo decirles de qué se trata. Sea cualquiera la hora a la que un ciudadano se despierte y sea cualquiera la emisora que conecte, se encuentra con una voz capciosa que le pregunta por la salud. ¿Le dan a usted mareos de vez en cuando?, ¿dolores de cabeza tal vez?, ¿orina con frecuencia?, ¿se siente fatigado sin motivo aparente?, ¿le cuesta tomar una decisión?, ¿hormigueo en las manos?, ¿un sabor extraño en el paladar? No fallan. Es difícil encontrar a un enfermo en este país ...

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Repetidas veces se ha hablado de la importancia de la medicina preventiva y de su enorme desarrollo en Estados Unidos. Puedo decirles de qué se trata. Sea cualquiera la hora a la que un ciudadano se despierte y sea cualquiera la emisora que conecte, se encuentra con una voz capciosa que le pregunta por la salud. ¿Le dan a usted mareos de vez en cuando?, ¿dolores de cabeza tal vez?, ¿orina con frecuencia?, ¿se siente fatigado sin motivo aparente?, ¿le cuesta tomar una decisión?, ¿hormigueo en las manos?, ¿un sabor extraño en el paladar? No fallan. Es difícil encontrar a un enfermo en este país que pueda decir que no se le ha avisado. Ni siquiera valdría la disculpa de que se aplazó el chequeo por razones de viaje. A uno y otro lado de las autopistas, en las proximidades de los aeropuertos, se pueden encontrar dos veces más cantidad de hospitales que de hamburgueserías o gasolineras. La consecuencia es finalmente que aquí si alguien enferma es por efecto de ser un descuidado. Porque sigue echando sal en las comidas, tomando más de un huevo a la semana, poniendo azúcar al café o dislates por el estilo.En su creciente perfección, la medicina preventiva trabaja ante todo el alma. No somos necesariamente mortales, viene a decir, pero nos hacemos mortales desobedeciendo el consejo médico y sus normas. Todo enfermo en la consulta tiene ante sí a un severo juez que le pregunta por sus síntomas, la vida que hace, lo que come o bebe. Pero bueno, dice el médico, ¿es que usted no oye la radio? Oía la radio, efectivamente, incluso la televisión y leía los anuncios del Metro, pero ya se ve que no hizo caso. Había empezado a abandonar la ración de zanahorias y odiaba la música del aerobic. Encima comía patatas fritas. Culpable.

Cualquier enfermo bajo el reino de la clínica preventiva es una persona sana habitada, sin embargo, por un individuo irresponsable. Desde esa medicina prácticamente todas las muertes son suicidios. Sólo en el caso de "mal práctica" del internista o del cirujano parece claro que no es así. Pero entonces es un homicidio. Aquella muerte antigua, tozuda o fatal, está abolida en esta clínica del paraíso.

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