Los accidentes de aviación

Es impresionante la conmoción que produce en la opinión pública y en los medios de comunicación social todo accidente de aviación, como en el reciente del Boeing 727 de Iberia, cerca de Sondica, en Bilbao. El que en unos instantes mueran 148 personas, sin un superviviente, nos impacta a todos profundamente.La reacción subsiguiente en es tos casos suele ser idéntica. Tras poner el grito en el cielo, se nombran de inmediato comisiones de investigación, buscando exhaustivamente las causas del accidente; se inquieren afanosamente las posibles responsabilidades, y se proponen radicales soluc...

Es impresionante la conmoción que produce en la opinión pública y en los medios de comunicación social todo accidente de aviación, como en el reciente del Boeing 727 de Iberia, cerca de Sondica, en Bilbao. El que en unos instantes mueran 148 personas, sin un superviviente, nos impacta a todos profundamente.La reacción subsiguiente en es tos casos suele ser idéntica. Tras poner el grito en el cielo, se nombran de inmediato comisiones de investigación, buscando exhaustivamente las causas del accidente; se inquieren afanosamente las posibles responsabilidades, y se proponen radicales soluciones casi de emergencia sin reparar en gastos crematísticos.

A todos nos parece bien tal proceder y pensamos que todo será poco para prevenir futuros contratiempos. Pero ¿cuántos se cuestionan que, proporcionalmente, como muy bien denunciaba un programa radiofónico, cada semana del año se producen accidentes mortales en nuestras carreteras que igualan o superan el número de víctimas del último Boeing siniestrado? Es como si cada semana del año se estrellara un Boeing en nuestras rutas víales.

Y ante esta triste y evidente situación, avalada por las estadísticas oficiales, ¿qué comisiones se nombran al efecto, qué responsabilidades se buscan, qué remedios se propician para hacer menos peligrosas y mortales nuestras carreteras, donde millares de víctimas pagan con su vida el alto precio de viajar?-