Tribuna:

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País el nuestro de valores añadidos, en el que también una Pascua Militar es algo más que una Pascua Militar. La de este año ha servido como inicio del pressing que va a sufrir la conciencia social española a lo largo de 1985 sobre la necesidad del alineamiento en la política de bloques. Era previsible el pressing, pero quizá con una cierta gradualidad y sutileza; incluso los hay que se temen publicidad subliminal proatlantista a través de las pantallas de TVE. Lo que no era previsible es el lenguaje empleado para descalificar a los pacifistas y neutralistas, y mucho menos resuci...

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País el nuestro de valores añadidos, en el que también una Pascua Militar es algo más que una Pascua Militar. La de este año ha servido como inicio del pressing que va a sufrir la conciencia social española a lo largo de 1985 sobre la necesidad del alineamiento en la política de bloques. Era previsible el pressing, pero quizá con una cierta gradualidad y sutileza; incluso los hay que se temen publicidad subliminal proatlantista a través de las pantallas de TVE. Lo que no era previsible es el lenguaje empleado para descalificar a los pacifistas y neutralistas, y mucho menos resucitar el fantasma de las minorías incordiantes, fantasma que había desaparecido del lenguaje del poder desde los tiempos del espíritu de febrero. Sorprende que para un almirante de altísimos poderes el espíritu de defensa del pueblo español pase exclusivamente por el compromiso atlántico y que, en cambio, no le encuentre ninguna gracia al estado de beatífico neutralismo generalizado, que no excluye conciencia de peculiaridad histórica.Me parece que las minorías incordiantes son precisamente los proatlantistas, crispados y empujados por una extraña prisa histórica, esa prisa que en las películas tienen los jugadores que han de pagar una deuda de juego. ¿Será la integración atlantista de España una deuda de juego? ¿Contraída por quién? ¿Cuándo? ¿Cómo?

Tal vez sólo se trate de un caso de pobreza lingüística, aunque hay razón para el pasmo cuando se tiene en cuenta el discurso de otro alto militar, el capitán general de Cataluña, también discurso de Pascua, en el que dijo que en 1984 no hemos ganado ninguna batalla pero se ha mantenido la misión defensiva del pueblo español a cargo del Ejército. ¿Qué batalla había que ganar? Y si no se ha ganado es que se ha perdido. ¿Dónde estaba esa guerra? ¿Qué días de la semana? En este caso, más que pobreza lingüística hay que considerar la posibilidad de una lógica diferente. No hay otra explicación. Pero ,dos días después escucho las palabras de otro general, Luis Pinilla, militar que ahora se dedica a una obra de apostolado social entre la juventud. Habla con Andrés Aberasturi y entiendo todo lo que dice sobre guerra y paz. Entiendo el lenguaje y la lógica. Es decir, que hay generales y generales.

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