Tribuna:

Datos

Me parecen por ahora casi vanos los intentos de cierta parte de la Prensa española de buscar corrupciones graves en la gestión administrativa del PSOE. Normalmente lo que proclaman los titulares de las primeras páginas poco tiene que ver con el discurso informativo del interior, donde se comprueba que las únicas corrupciones habidas se han reducido a pedir langosta de segundo plato en alguna comilona o en facilitar un empleo a un sobrino. Pelillos a la mar. Tres padrenuestros y un credo. No pondría más penitencia ni un capellán castrense.En cambio, observo poca fiscafidad informativa sobre el ...

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Me parecen por ahora casi vanos los intentos de cierta parte de la Prensa española de buscar corrupciones graves en la gestión administrativa del PSOE. Normalmente lo que proclaman los titulares de las primeras páginas poco tiene que ver con el discurso informativo del interior, donde se comprueba que las únicas corrupciones habidas se han reducido a pedir langosta de segundo plato en alguna comilona o en facilitar un empleo a un sobrino. Pelillos a la mar. Tres padrenuestros y un credo. No pondría más penitencia ni un capellán castrense.En cambio, observo poca fiscafidad informativa sobre el uso y abuso de datos, al parecer secretos, por parte del Gobierno actual. Por ejemplo, el señor Obiols, presunto líder del PSC-PSOE, había declarado no hace mucho tiempo, ante micrófonos de radios catalanas, que se oponía a la permanencia de España en la OTAN porque no quería que sus hijos murieran en un conflicto nuclear. Luego dijo que la posición ante el tema de la permanencia o no en la OTAN debía revisarse a la luz de nuevos datos.

Nada más divulgarse la condena de Díaz Merchán sobre la política armamentista, y a todas luces parabelicista, del actual Gobierno español (hay que decir inmediatamente que no se la ha inventado, pero que le ha puesto ese inequívoco sabor ético que este Gobierno impone a todo lo que toca), el mismísimo Don Felipe I de España y V de Alemania acusa al señor arzobispo de ignorante y de carecer de datos buenos. "No tiene buenos datos", ha dicho textualmente Felipe González, y creo llegada la ocasión de exigirle esos misteriosos datos buenos que sólo obran en las arcas del poder, esos poderosos datos que han llevado al señor Obiols a la terrible decisión de exponer a sus hijos a un desastre nuclear y al presidente del Gobierno a poner en duda la sapiencia del presidente de la Conferencia Episcopal. Muy poderosos han de ser para que un catalán se preste a hacer de Guzmán el Bueno o de general Moscardó y para que un jefe de Gobierno se exponga a que la jerarquía eclesiástica deje de rezar ese higiénico padrenuestro "por las intenciones de nuestros gobernantes".

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