Tribuna:

La provocación

Según un grupo de expertos, el asesinato del sacerdote polaco es una provocación dirigida contra la política de relativa contemporización del Gobierno de Jaruzelski. Según otro sector de expertos, la sombra de Moscú es alargada y ha vuelto a introducirse en el centro de la crisis, sobrecogiendo a todos los factores nacionales en litigio. Lo indudable es que, por encima de las inevitables y perfectamente inútiles consideraciones éticas y estéticas (matar es malo y además está feo), alucina lo rudimentario de¡ procedimiento. Se habla de tercera revolución industrial. De la era de la microelectró...

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Según un grupo de expertos, el asesinato del sacerdote polaco es una provocación dirigida contra la política de relativa contemporización del Gobierno de Jaruzelski. Según otro sector de expertos, la sombra de Moscú es alargada y ha vuelto a introducirse en el centro de la crisis, sobrecogiendo a todos los factores nacionales en litigio. Lo indudable es que, por encima de las inevitables y perfectamente inútiles consideraciones éticas y estéticas (matar es malo y además está feo), alucina lo rudimentario de¡ procedimiento. Se habla de tercera revolución industrial. De la era de la microelectrónica. Pero cuando se quiere commocionar a la opinión pública se sigue secuestrando con las botas militares como música de fondo y se mata a mano.Suponemos a los grandes poderes mundiales superinformados y actuando en consecuencia con maquinaria de precisión. Por ejemplo: es preciso crear una zona de desestabilización permanente en Oriente Próximo para frenar el avance del jomeinismo, por tanto, hay que liar una guerra de desgaste entre Irak e Irán para que se maten en nombre de Alá y los demás tengamos la fiesta en paz. Dentro de las supuestas máquinas que regulan la mutual deterrence (disuasión mutua) era previsible que existiera una señal de alarma cuando uno de los dos contendientes se pasa y ocupa más mares o más estrellas de lo aconsejable, y a partir de ese momento se disparan procesos maeropolíticos en los que se mata cantidad y se suministra así materia prima para fotografías excepcionales que ganan el Premio Pulitzer o para artículos de fondo que suelen especular sobre el número de guerras necesarias para garantizar la paz. Pero está visto que, a pesar de tanta maquinaria y programación, aún quedan incontrolados que matan a un cura y luego se entregan a la policía como si fueran parricidas serranos. Grandeza y servidumbre del factor humano. Por una parte, gratifica que el hombre siga siendo la medida de la muerte, y por otra, intranquiliza la posibilidad de que la próxima guerra necesite su atentado de Sarajevo.

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