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Ya estamos en las vísperas, en la antesala temporal del gran evento, ya está al caer la hora suprema de las elecciones americanas. Dentro de unos días habrá un nuevo Presidente, o sea, presumiblemente el mismo de antes. Un nuevo/antiguo emperador de la cosa, jefe máximo de los destinos de Occidente. Fascinada estoy con esta recta final rebaña votos. Esto sí que es emoción y divertimento, y no las aburridísimas elecciones europeas, en las que todavía se empeñan (cada dia menos, eso sí) en hablar de tonterias políticas y de diferencias de programas. Lo bueno, lo excitante, lo gozoso, es mont...

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Ya estamos en las vísperas, en la antesala temporal del gran evento, ya está al caer la hora suprema de las elecciones americanas. Dentro de unos días habrá un nuevo Presidente, o sea, presumiblemente el mismo de antes. Un nuevo/antiguo emperador de la cosa, jefe máximo de los destinos de Occidente. Fascinada estoy con esta recta final rebaña votos. Esto sí que es emoción y divertimento, y no las aburridísimas elecciones europeas, en las que todavía se empeñan (cada dia menos, eso sí) en hablar de tonterias políticas y de diferencias de programas. Lo bueno, lo excitante, lo gozoso, es montárselo estilo USA, o sea, en plan despampanante de espectáculo.Lo bueno es conseguir que una intervención televisiva de hora y media quite o añada no sé cuantísimos puntos en la intención de voto de las gentes. En el primer encuentro Mondale-Reagan, el público se hizo cruces de lo bien que dió Mondale. "Es un gran comunicador", clamaron los expertos. A Dios gracias lo importante no era su lucidez como político, ni su programa, ni ninguna bobería semejante. No, señor: lo fundamental es que sea un buen comunicador, excelencia que no sé muy bien en qué consiste. Quizá dependa del brillante destello de una risa, o de un cutis tamizado y sin sudor de nerviosismo, o de una mirada recta y limpia, o de un chiste a tiempo. De la capacidad para cruzar las bambalinas, como se dice en el argot. O sea, como Robert Redford o los osos panda, que tienen siempre un no se qué muy entrañable.

Total, que no es extraño que vuelva a ganar el actor, que de eso sabe. Ya iba siendo hora de que se profesionalizara esto de la política: nada de economistas, juristas, leguleyos, sindicalistas y demás morralla intrusa. Reivindiquemos la política/espectáculo para quien la trabaja, es decir, para los veteranos del show: actores, cómicos, cantantes, deportistas, bailarines y toreros. Y cuanto mas famosos sean, mayor será su enjundia de políticos. Julio Iglesias lleva una carrera presidencial clarísima, sin ir mas lejos. Y ahí tienen ustedes a Pelé, por ejemplo, que con muy buen criterio ha decidido convertirse en mandatario brasileño. Modestamente, yo propongo a Rocío Jurado presidenta.

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