El Gobierno francés y las extradiciones

Contra pronóstico -la impresión generalizada, tanto en Francia como en España, era de que no se concederían las extradiciones-, Mitterrand ha tomado una decisión salomónica, y altamente significativa, con relación a los siete etarras reclamados por nuestro país: tres de ellos, los acusados de delitos más graves, serán entregados al Gobierno español si no prospera el recurso presentado hí extremis por sus abogados ante el Consejo de Estado francés. Los otros cuatro han sido deportados a Togo.Realmente, el dató significativo -de esta decisión no es el pormenor de la misma, -sino el princi...

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Contra pronóstico -la impresión generalizada, tanto en Francia como en España, era de que no se concederían las extradiciones-, Mitterrand ha tomado una decisión salomónica, y altamente significativa, con relación a los siete etarras reclamados por nuestro país: tres de ellos, los acusados de delitos más graves, serán entregados al Gobierno español si no prospera el recurso presentado hí extremis por sus abogados ante el Consejo de Estado francés. Los otros cuatro han sido deportados a Togo.Realmente, el dató significativo -de esta decisión no es el pormenor de la misma, -sino el principio que la inspira: hasta este momento, España, con respecto a ETA, había obtenido en el país vecino la razón jurídica -en varias ocasiones los tribunales de justicia franceses se habían mostrado acordes con la demanda de extradición- y un cierto apoyo táctico, plasmado en la expulsión de etarras a terceros y lejanos países. En cambio, el asentimiento del Ejecutivo francés con respecto a estos tres etarras supone, con toda explicitud, la concesión también de la razón política.

Pese a que medios franceses aseguran que, como en el caso de Bélgica, Francia ha impuesto a España la humillante condición de que no se cometa violencia en log interrogatorios a los etarras extraditados, el hecho en si de la extradición supone el fin de la ambigüedad de nuestro vecino: el santuario de ETA durante 20 años ya no es tal; el régimen democrático español es plenamente reconocido y merece la justa solidaridad del régimen democrático francés.

Quizá resulte ocioso significar la trascendencia que tiene para España esta medida francesa, pero las circunstancias imponen el análisis: en el plano estratégico, la lucha antiterrorista se ve grandemente facilitada, aunque no puede descartarse que a corto plazo se produzca una momentánea eclosión de violencia, como reacción a la sorprendente noticia.

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En el plano político, España recibe la ayuda de los aliados: aliados políticos del Consejo de Europa; aliados socioeconómicos a muy corto plazo en el seno de la CEE; aliados militares de la OTAN.

Capítulo apa rte merece la consideración de las reacciones suscitadas en medios nacionalistas vascos. Es sabido que el PNV, junto a otras minorías, no era partidario de las extradiciones porque -afirmaba- no iban a ser ingrediente pacificador. Su tesis no ha salido adelante, por decisión francesa , y ahora quisiéramos todos ver cómo el partido que gobierna el País Vasco encara el asunto con serenidad y con estricto respeto al derecho: el Gobierno de Francia ha devuelto a unos hombres que tienen, presuntamente, sobre sus espaldas delitos monstruosos que en modo alguno pueden justificarse por algún ideal noche. ( ... )

Y, por supuesto, ahora que el Estado español tiene todos los triunfos en la mano es cuando más exigible la magnanimidad y la voluntad de reconciliación. De ahora en adelante, cuando ETA ya no es es el enemigo inalcanzable que puede zarandear la democracia, cabe la actitud de abrir todos los diálogos, de profundizar en la autonomía vasca, de cerrar heridas supurantes desde siglos atrás.

, 24 de septiembre

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