Cartas al director

Días azules y días negros

El pasado 27 de agosto salí de Valencia. en el Ter de las 8.50 horas, con llegada a la estación madrileña de Atocha a las dos de la tarde para enlazar con el Talgo Madrid-Santander, que sale de Chamartín a las .15.30 horas, provisto de billete de primera clase para ambos trayectos.Dicho Ter llegó a su destino con 1.15 horas de retraso, haciendo imposible la conexión. Me dirigí al despacho del jefe de estación de Atocha para intentar resolver la situación, y recibí la siguiente respuesta:



1. Que era una falta de responsabilidad por mi parte organizar un viaje en tren con s...

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El pasado 27 de agosto salí de Valencia. en el Ter de las 8.50 horas, con llegada a la estación madrileña de Atocha a las dos de la tarde para enlazar con el Talgo Madrid-Santander, que sale de Chamartín a las .15.30 horas, provisto de billete de primera clase para ambos trayectos.Dicho Ter llegó a su destino con 1.15 horas de retraso, haciendo imposible la conexión. Me dirigí al despacho del jefe de estación de Atocha para intentar resolver la situación, y recibí la siguiente respuesta:

1. Que era una falta de responsabilidad por mi parte organizar un viaje en tren con sólo 1.30 horas llegada y salida, ya que Renfe considera normales los retrasos de hasta, dos horas sobre las llegadas previstas.

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2.Que, puesto que haber perdido el Talgo era culpa exclusivamente mía, la compañía me haría el favor de permitirme viajar en el próximo tren (expreso de las 23.30 horas), deduciendo del billete que yo escogiera la cantidad pagada por el trayecto perdido a causa del retraso. El viaje Madrid-Santander en coche-cama cuesta 4.000 pesetas más que una primera clase del Talgo.

Expuse entonces al jefe de estación que la solución me parecía abusiva: yo había perdido el Talgo por el retraso del Ter; me veía obligado a permanecer ocho horas en Madrid, y creía que Renfe estaba obligada a enviarme a Santander con billete de la misma categoría y sin pago alguno, en cuyo caso todavía consideraría mis intereses lesionados. Entonces intervino, con beneplácito del jefe de estación, un individuo que, grosera mente, me dijo que Renfe declina toda responsabilidad en retrasos de hasta tres horas y que, por tanto, no tenía derecho a la menor, reclamación.

Es conveniente que los españoles sepan que Renfe considera que sus horarios son papel mojado y que instruye a sus empleados para que se comporten con insolencia frente al usuario.

Después de pagar las 4.000 pesetas suplementarias y de perder ocho horas en Madrid, el coche-cama llegó a Santander con media hora de retraso, impidiéndome pronunciar, a las 9.30 horas del día 28, una conferencia contratada por la Universidad Menéndez Pelayo.

Ante estas realidades, los ancianitos sonrientes y las canciones de boy scout que constituyen la insistente publicidad de Renfe se convierten en descaradas bromas de mal gusto. Si es cierto que nuestros ferrocarriles se autoconceden retrasos de dos o tres horas sin derecho a reclamación por parte del viajero, habrá que llegar a la conclusión de que Africa empieza en los Pirineos-

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