Editorial:

Las confusas elecciones europeas

A LA vista de los resultados de las elecciones que se han celebrado en los 10 países de la CEE para designar a los diputados al Parlamento de Estrasburgo, la primera impresión que se recibe es algo caótica; no es fácil individualizar una tendencia general indicativa de la evolución de las opiniones de los ciudadanos. Quizá el único rasgo común que sobresale es el castigo de los electores a los Gobiernos, sean éstos de izquierda o de derecha; con la excepción de Grecia, donde el PASOK se mantiene en cabeza, todos los partidos gobernantes han sufrido un cierto descenso: marcadísimo en el ...

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A LA vista de los resultados de las elecciones que se han celebrado en los 10 países de la CEE para designar a los diputados al Parlamento de Estrasburgo, la primera impresión que se recibe es algo caótica; no es fácil individualizar una tendencia general indicativa de la evolución de las opiniones de los ciudadanos. Quizá el único rasgo común que sobresale es el castigo de los electores a los Gobiernos, sean éstos de izquierda o de derecha; con la excepción de Grecia, donde el PASOK se mantiene en cabeza, todos los partidos gobernantes han sufrido un cierto descenso: marcadísimo en el caso de la izquierda gobernante en Francia; notable en el Reino Unido y en la RFA, donde gobiernan partidos conservadores, sobre todo por la derrota del componente liberal de la coalición que encabeza Helmut Kohl. Parece como si la crisis, y la imposibilidad de salir de ella, tendiese a despertar reacciones, no tanto políticas, de derecha o de izquierda, sino de protesta contra los que ocupan los puestos de mando.El resultado de esta tendencia en cuanto a la composición del futuro Parlamento Europeo es un leve corrimiento hacia la izquierda. El grupo socialista consolida, con 131 diputados, su primer puesto y agranda la diferencia que le separa del que le sigue, el de los democristianos. A la vez, ciertos cambios internos dentro del grupo socialista pueden acarrear consecuencias sustanciales: el menor peso de los franceses, y el mayor de los británicos, belgas y holandeses, junto con los alemanes, creará una actitud más coherente y firme en la oposición a los euromisiles y en otras cuestiones de seguridad y de defensa, sobre las que el Parlamento no tiene competencia específica, pero que, sin embargo, han sido ya incluidas, en sus debates. Otra novedad que va a dar más dinamismo a la izquierda en Estrasburgo será la presencia, por primera vez, de un grupo verde, con siete diputados alemanes, dos belgas y dos holandeses.

Aunque los resultados solamente tienen una expresión formal en la composición del Parlamento Europeo, lo cierto es que las elecciones del domingo pasado (o del jueves en algunos países) han sido en la práctica unas elecciones nacionales más. Los temas propiamente referentes al funcionamiento de las instituciones europeas se tocaron de pasada y por la forma. Se ha votado en relación con los problemas, sobre todo de gobierno, que existen en los diversos países. En ese orden -como ya hemos apuntado-, estas elecciones van a acentuar los factores de inestabilidad o de crisis en que se encuentran los Gobiernos de algunos de los principales países del continente. El caso más grave es el de Francia: François Mitterrand inició hace tres años una experiencia de go biemo de izquierda que se anunciaba como un viraje en la historia de su país y que generó simpatía y esperanza en sectores de izquierda de otros países. Hoy, el fracaso es patente: las fuerzas del centro y de la derecha, unidas en una lista encabezada por Sianoñe Veil, han logrado más del doble de los votos obtenidos por los socialistas. En cuanto al PCF, su hundimiento le coloca en sus peo res niveles de la época anterior al Frente Popular de 1936.

En Italia, el PCI se ha convertido, con más de 11,5 millones de votos, en el primer partido del país, puesto ocupado sin interrupción por la Democracia Cristiana desde 1945. Es un hecho con valor simbólico que tendrá repercusiones políticas a un plazo más o menos largo. La Democracia Cristiana, por su lado, se ha mantenido, con lo cual han quedado desmentidos los presupuestos del cálculo estratégico de Craxi, basado en la erosión de los dos grandes, para afirmar un eje socialista apoyado por otros partidos centristas. La primera reacción puede ser la de apretar filas en el Gobierno actual para alejar la amenaza de unas elecciones anticipadas. Pero la idea de un gobierno diferente -que Berlinguer dejó caer en algunas de sus últimas intervenciones- se abrirá posiblemente paso en los círculos más sensibilizados de la Democracia Cristiana. En la RFA y en el Reino Unido, los Gobiernos no están en cuestión; pero sí van a tener a partir de ahora unas oposiciones fuertemente vigorizadas por los recientes resultados electorales.

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Las elecciones europeas han sido objeto de comentarios displicentes, incluso en círculos próximos a la sede de la CEE en Bruselas. No cabe duda de que los porcentajes de abstención han sido. muy elevados en unaserie de casos, particularmente eñel del Reino Unido; en Italia ha votado más del 84% del electorado; en Grecia, el 77%, y en Francia, el 57%. El problema de fondo es que en el complejo proceso de la construcción europea ha prevalecido una concepción burocrática que ha limitado de forma exagerada los poderes del Parlamento de Estrasburgo. Eso mismo determina que sus labores aparezcan como algo lejano para la mayor parte de los ciudadanos de Europa. Los pueblos no sienten ese Parlamento como algo propio, donde sus problemas tienen expresión. La solución tendrá que venir por la vía de ir plasmando una verdadera vida política europea y revaluando el papel político del Parlamento de Estrasburgo.

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