Cartas al director

Contra los toros

Últimamente y con motivo de las fiestas de San Isidro, de nuevo se ha escrito mucho en pro y en contra de los toros. Como lectora habitual de EL PAÍS, he seguido con gran interés la polémica sobre el tema, y estoy particularmente agradecida a Manuel Vicent por su artículo La corrida, publicado en EL PAÍS del 15 de mayo de 1984, fiesta de San Isidro, en donde hace unos enjuiciamientos acertadísimos sobre la mal llamada fiesta.Todo, absolutamente todo lo que se haya dicho, se dice y se seguirá diciendo en favor de las corridas de toros no puede sino proceder de mentes enfermas, sin sensib...

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Últimamente y con motivo de las fiestas de San Isidro, de nuevo se ha escrito mucho en pro y en contra de los toros. Como lectora habitual de EL PAÍS, he seguido con gran interés la polémica sobre el tema, y estoy particularmente agradecida a Manuel Vicent por su artículo La corrida, publicado en EL PAÍS del 15 de mayo de 1984, fiesta de San Isidro, en donde hace unos enjuiciamientos acertadísimos sobre la mal llamada fiesta.Todo, absolutamente todo lo que se haya dicho, se dice y se seguirá diciendo en favor de las corridas de toros no puede sino proceder de mentes enfermas, sin sensibilidad, sin amor ni respeto a la vida y a la naturaleza. Este repugnante espectáculo público no tiene y no puede tener nada que ver con cultura, arte o calificaciones similares. Es simplemente una barbaridad, iniciada en tiempos remotos, igual que, por ejemplo, las luchas de gladiadores en la antigua Roma, que por fortuna están abolidas desde hace mucho tiempo, lo mismo que se debería hacer ya con las corridas de toros. Me hace mucha gr4cia cuando dicen que hay numerosos aficionados a los toros y que las plazas están llenas. ¡También había muchos aficionados a las luchas de gladiadores y los teatros romanos estaban llenos!

Observo con frecuencia que los que están a favor de las corridas tratan de justificar todavía su existencia con otros males de este mundo, y yo me pregunto: ¿adónde vamos a parar con esta mentalidad, cómo es posible que se quiera justificar un mal con otro, una barbaridad con otra? Con esta actitud confiesan, sin darse cuenta, que

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