Esa planta que se seca...

Regar sin miedo, aunque sea en aÑo de lluvias

Un buen jardinero apunta lo que pasa a su alrededor y aprende: la experiencia no lo es todo, pero sí importa mucho. Si ha plantado árboles y arbustos a principios de este año y algunos han fallado o no parecen estar demasiado felices, recapitule sobre el terreno para investigar las causas. Y anote, aunque sólo sea mentalmente, sus conclusiones.El fallo puede estar en alguna enfermedad que ataque a la planta, especialmente a las raíces. Pero es mucho más frecuente que el motivo de la muerte sea la sequía; el suelo alrededor de las plantas nuevas, debe mantenerse húmedo y fresco po...

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Un buen jardinero apunta lo que pasa a su alrededor y aprende: la experiencia no lo es todo, pero sí importa mucho. Si ha plantado árboles y arbustos a principios de este año y algunos han fallado o no parecen estar demasiado felices, recapitule sobre el terreno para investigar las causas. Y anote, aunque sólo sea mentalmente, sus conclusiones.El fallo puede estar en alguna enfermedad que ataque a la planta, especialmente a las raíces. Pero es mucho más frecuente que el motivo de la muerte sea la sequía; el suelo alrededor de las plantas nuevas, debe mantenerse húmedo y fresco por lo menos hasta el invierno, para asegurarse de que la planta no tiene que iniciar una búsqueda agotadora de agua en las cercanías.

Quizá las últimas heladas de primavera han dañado las hojas, especialmente si son anchas; si es un mal general y hay muchas hojas con las puntas marrones o negras, puede ser conveniente podar las ramas más afectadas, cauterizar las heridas con mastic de podas y aplicar un tratamiento con fangicida para evitar ataques de hongos.

Las coníferas pueden sufrir con los primeros calores, especialmente si se presentan repentinamente y tras fríos intensos: la planta amarillea y pierde rápidamente la hoja por evaporar agua en cantidad excesiva.

No se debe ser impaciente: hay algunas plantas que no acában de arrancar hasta pasados varios años, como en el caso de la glicinia, que puede tardar hasta cinco o siete años en florecer por primera vez.

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