Cartas al director

Refugios antiatómicos

El presidente de la Asociación Nacional de Constructores de Refugios Anticatástrofes (ANCRA), vulgo refugios antiatómicos, pretende (EL PAÍS, 1 de mayo de 1984) que "la Administración, a través de Protección Civil", proporcione instalaciones de este género para toda la población. La propuesta es poco realista. Por un lado, porque el coste de un programa de esa índole sería prohibitivo .en términos presupuestarios. Por otro, porque, como admite incluso con crudeza algo cínica un notorio proponente de estos refugios, R. N. Ormerod: "Dada la magnitud' del riesgo nuclear que hoy se corre, la razón...

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El presidente de la Asociación Nacional de Constructores de Refugios Anticatástrofes (ANCRA), vulgo refugios antiatómicos, pretende (EL PAÍS, 1 de mayo de 1984) que "la Administración, a través de Protección Civil", proporcione instalaciones de este género para toda la población. La propuesta es poco realista. Por un lado, porque el coste de un programa de esa índole sería prohibitivo .en términos presupuestarios. Por otro, porque, como admite incluso con crudeza algo cínica un notorio proponente de estos refugios, R. N. Ormerod: "Dada la magnitud' del riesgo nuclear que hoy se corre, la razón por la que un Gobierno nunca estimulará un programa de esas características es que, por el bien del país en cuestión, es preferible maximizar el número de víctimas iniciales de un ataque nuclear... Cuantos más perezcan inmediatamente, menor será la posterior tensión de los supervivientes en su lucha por los muy limitados recursos".Pero, además, lo presumible es que, en el caso de un conflicto nuclear, no haya tiempo material de ponerse a cubierto. Supongamos, no obstante, que algunos consiguen hacerlo en las instalaciones apropiadas. ¿Qué les espera al término de su encierro? Según los científicos que el pasado noviembre celebraron en Washington la conferencia sobre El mundo después de una guerra nuclear, lo que encontrarán será: una impenetrable oscuridad; temperaturas de 25º o 20º bajo cero; la agricultura y ganadería, arrasadas, con la consiguiente carencia de alimentos; la congelación del agua potable; una persistente Iluvia radiactiva, y un largo etcétera de horrores. Quienes hayan sobrevivido, pues, a los efectos inmediatos de las explosiones nucleares pronto morirán de frío, hambre, sed y diversas enfermedades. Para los científicos en cuestión: "Prácticamente no habrá supervivientes en el hemisferio norte".

Con tales perspectivas, uno duda que la adquisición de un refugio de esos sea siquiera, como sugiere el presidente de la ANCRA, "una decisión racional". Más bien parece tirar el dinero. /

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