Tribuna:

La elipse

9 lunesSe nos casó la niña, ea, o sea que casamos a la niña, hele, ya usté lo ve, oiga, por lo civil y en Miami, Carmina Ordóñez o sea, que iba toda de tul ilusión, con mucha más ilusión de la que le cabía en el tul, el pelo recogido en redecilla, españolaza y olé. De las más hondas dinastías del Hondo Sur, virgen de un par de matrimonios, como la folklórica de sí misma, a quien la zambra y la procesión le va por dentro, en sus altares inferiores con Franco y Blas Piñar, como en su casa de Sevilla, miha. Por lo civil, que es lo moderno de ahora. Una cosa así como la Carmen de Merimée/ G...

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9 lunesSe nos casó la niña, ea, o sea que casamos a la niña, hele, ya usté lo ve, oiga, por lo civil y en Miami, Carmina Ordóñez o sea, que iba toda de tul ilusión, con mucha más ilusión de la que le cabía en el tul, el pelo recogido en redecilla, españolaza y olé. De las más hondas dinastías del Hondo Sur, virgen de un par de matrimonios, como la folklórica de sí misma, a quien la zambra y la procesión le va por dentro, en sus altares inferiores con Franco y Blas Piñar, como en su casa de Sevilla, miha. Por lo civil, que es lo moderno de ahora. Una cosa así como la Carmen de Merimée/ Gades, pero con mucho regadío y mucho secano. La Virgen de las Candelas dando el sí en un juzgado laico y extranjero. Si es que ya no hay costumbres. Y eso de Miami, que eso sí que es el regadío de petróleo y el secano político de dictadores en paro, como los que sacaba García Márquez, tomando el sol de la plusvalía a la sombra grande y remota de Wall Street, que le dicen. Ná. El novio guapo y bien, de lo más aparente. Antes, un símbolo así de la hembraza española, es que duraba una vida. Ahora, mueren para la mitología y nacen para la cuatricromía, con la venia de Javier Osborne, en un par de Diez Minutos.

11 miércoles

¿Cómo se pueden hacer cursos, monografías, simposiums, romerías, inventos, mesas redondas y cosas sobre la novela de postguerra, prescindiendo de este hombre? También se prescinde de Delibes, a veces. Esto va a gusto del buhonero literario de paso. Quizá nos lleve el viento al infinito es la última novela, me parece, que ha publicado Torrente. Entre la actividad penúltima y el material acumulado en "años e penitencia" (para él sí que lo fueron), Torrente está editando o reeditando toda su obra en unos pocos años gloriosos y juvenilmente furiosos. ¿Alguien estudia el caso de Torrente? Aquí no se estudia a nadie desde Lópe de Vega.

La narrativa de GTB, tan rica, tiene dos polos: la Saga / Fuga y Los gozos y las sombras. O sea, la fantasía galaica y el realismo canónico. El realismo es lo que más se divulga, pues que responde al concepto burgués y decimonónico de "literatura aplicada", de arte para la vida. Para la vida moral y las costumbres, claro. Esta trilogía de GTB ha encontrado su manera visual en televisión. La televisión no es mucho, más que el príncipe de Salina, de Lampedusa, leyendo novelones a las mujeres de la casa, con su gran voz, mientras ellas bordan, cosen, hacen punto o rezan.

En cuanto a la Saga / Fuga, sería imposible poner éste poema épico/burgués en imágenes. Aquí la literatura sólo remite a sí misma. Aquí sólo hay literatura. O se fuma literatura o más vale dejar de fumar. GTB hizo con ese libro la obra de su vida. Del realismo aprendido al fabulismo natal, un escritor exclusivo y absoluto que ha fabricado las novelas más sólidamente novelísticas de medio siglo en España. Bueno, pues todavía se les olvida, a algunos.

12 jueves

Al Oscar, cómo al dólar. El Oscar es un dólar duro, de oro, en figura de señor en bolas, que Hollywood troqueló para el mundo (y que acaba de conceder de nuevo) como moneda yanqui para comprar/vender calidad comercial. El Oscar está hecho con oro de los viejos dólares de cuando entonces y no tiene otro prestigio que el del sonriente metal en que fue acuñado. El dólar es un Oscar de papel, devaluado y delgadito, con la cara de un señor que ya nadie se acuerda quién era. Acabarán haciendo los dólares con la cara del Oscar. El Oscar, macizo, es el significado, y el dólar no es más que el significante. Hollywood da oro (generalmente a películas malas) porque sabe que el dólar/Reagan está tan arrugado como el propio Donald. La única verdad de todo el invento, este año, Shirley MacLaine, adorable, que ya sólo necesita el Oscar como pisapapeles de sus fabulosos contratos. Saura lo ha dicho: "Yo no doy mucha importancia a los premios". Ni nadie.

14 sábado

Toda la semana se me ha ido en pingajos. Las chicas es que no hacen más que ponerse cosas. (También se las quitan, pero para eso no pasan tarjetón.) Ahora dice que los modistos españoles se han convertido en funcionarios de la Administración. Peor era con Franco, que les llamaba modistas (casi todos son hombres) y les amariconaban, claro, a ver. Lo que tiene la moda es que nunca se sabe si es una frivolité o un producto bruto como el acero. El Gobierno y sus economistas han iniciado la reconversión de la braga y la puntilla. Esperamos que no se produzca, como en Sagunto, una huelga de bragas caídas. En la década de los sesenta, Pierre Cardin, que es quien a mí me viste (por eso soy lo fino que soy), lanza el prêt-à-porter y acaba con la gran moda.

Mi entrañable Adolfo Domínguez, el de "la arruga es bella", viste a las chicas de chicos, o a la viceversa. La ambigüedad multiplica las lecturas. Por eso él es el más poeta. En cambio, el prêt-à-porter de Alfredo Caral, con lacitos, lunarcitos y tablitas, es una granmoda de escasos medios que quiere vestir a las chicas con los trajes olvidados de sus tías, líricos de naftalina. Pedro del Hierro va a tope y conquista al mismo tiempo la vanguardia y el viejo régimen, aquella belleza Restauración/ Regencia. Paco Casado las quiere de blanco, un poco como la sombra de Rebeca en pálido. Loewe (firma auditada) las viste un poco Carmen Romero, con excesos que nunca se permitiría Carmen Romero. Montesinos duda si pavo real o brasileira valenciana, y encima tiene grandes maniquíes, como Natacha de Santis. Agata Ruiz de la Prada, una muchacha morena y hermética, que siempre me saluda seria y me invita grave -la amo/la amo-, entiende la moda, existencialmente, como una forma de vivir, de la falda larga a la mini/minifalda. Esta chica es al mismo tiempo la creadora más democrática/enigmática que tiene Madrid.

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