Los transportistas europeos reanudan el tráfico por España, una vez que 500 guardias civiles reforzaron a la policía vasca

Los camioneros franceses y de otros países europeos que desde el pasado lunes bloqueaban los pasos fronterizos de Irún y de Vera de Bidasoa permitieron, a partir de las nueve de la mañana de ayer, que se reanudase el tráfico internacional, tras una asamblea celebrada en Hendaya a primeras horas de la mañana. La decisión es consecuencia de un acuerdo logrado de madrugada entre todas las partes implicadas en el conflicto, después de que las autoridades españolas enviaran 500 guardias civiles para reforzar la protección a los camiones extranjeros, de la que ya se encargaban 350 ertzainas, miembro...

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Los camioneros franceses y de otros países europeos que desde el pasado lunes bloqueaban los pasos fronterizos de Irún y de Vera de Bidasoa permitieron, a partir de las nueve de la mañana de ayer, que se reanudase el tráfico internacional, tras una asamblea celebrada en Hendaya a primeras horas de la mañana. La decisión es consecuencia de un acuerdo logrado de madrugada entre todas las partes implicadas en el conflicto, después de que las autoridades españolas enviaran 500 guardias civiles para reforzar la protección a los camiones extranjeros, de la que ya se encargaban 350 ertzainas, miembros de la policía autónoma vasca.

Una vez conocida la decisión de la asamblea, los piquetes de conductores franceses que retenían en las inmediaciones de Burdeos a cerca de 300 camiones en ruta hacia España dejaron también expedita la carretera. Fuerzas de la Guardia Civil y de la Policía Nacional reforzaron ayer la vigilancia que ya prestaba la policía autónoma en las principales vías de comunicación del País Vasco.A las dos de la tarde se estimaba en más de un millar el número de camiones que habían franqueado ya la frontera por los pasos de Irún y norte de Navarra. A esa hora, más de un centenar de camiones de diversas nacionalidades, escoltados por la policía autónoma vasca, permanecían estacionados en la autopista Bilbao-Behobia, a la altura de Oyarzun, mientras se iban organizando distintas caravanas que, en grupos de entre 10 y 15 vehículos, proseguían ruta en varias direcciones.

Sobre los numerosos pasos elevados que cruzan la autopista en esa zona, así como en los accesos y en otros puntos estratégicos, contingentes de la Guardia Civil reforzaban la vigilancia, mientras que un helicóptero sobrevolaba permanentemente el lugar. Al parecer, las exigencias de los camioneros franceses sobre un reforzamiento, mediante la participación de la Guardia Civil, de las garantías de seguridad ofrecidas por la policía vasca fueron la causa que atrasó en 24 horas la aprobación por la asamblea de conductores del acuerdo de principio a que se había llegado el martes.

Acuerdo de madrugada

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A su vez, la información de que los arrantzales (pescadores) de Ondárroa se habían ratificado ayer mismo en su intención de seguir quemando camiones llegó, a las siete de la tarde, a una asamblea de representantes de los camioneros españoles y franceses, iniciada minutos antes en un local de Irún. Como primera reacción, las mujeres de algunos de los camioneros presentes en el lugar hicieron saber a los periodistas que, caso de confirmarse esa amenaza, ellas irían a Ondárroa a quemar los pesqueros.

A última hora de la noche del miércoles, y bajo la presidencia del gobernador civil de Guipúzcoa, Julen Elgorriaga, y del viceconsejero vasco de Interior, Eli Galdos, se reunieron en el Ayuntamiento de Irún mandos de la policía vasca, de la Policía Nacional y de la Guardia Civil con representantes de los conductores, tanto españoles como de los países de la CEE, implicados en el conflicto. También asistieron delegados de las principales agencias francesas de transportes y de los sindicatos franceses de camioneros, así como el cónsul español en Hendaya y el comisario francés de la frontera.

Dos posturas

Según uno de los asistentes a la reunión, en todos los contactos habidos desde el inicio del bloqueo se manifestaron dos posturas claramente diferenciadas por parte de los interlocutores franceses: la de los representantes de las grandes agencias de transportes, partidarios de levantar de inmediato el bloqueo de la frontera y reanudar la marcha en ambas direcciones, aceptando las garantías ofrecidas por las autoridades españolas; y la de las pequeñas compañías, transportistas autónomos y conductores asalariados, que, por arriesgar más en el asunto, desconfiaban de tales garantías y exigían medidas complementarias de seguridad, tales como el control efectivo de las rutas secundarias y el mantenimiento de la presencia policial durante las operaciones de carga y descarga. Todas las exigencias planteadas por los camioneros fueron íntegramente aceptadas.

Una vez desbloqueada la frontera, a las 8.50 horas, los camiones comenzaron a cruzar el puente internacional de Biriatou, en la autopista, a un ritmo de 50 o 60 vehículos por hora. Fuentes de la aduana española aseguraron que trataban de agilizar al máximo los trámites administrativos para favorecer la fluidez del tráfico. De hecho, algunos de los trámites fueron cumplimentados ya en los tres días de espera, con el fin de facilitar al máximo la reanudación del tráfico una vez que se produjera el desbloqueo.

A las once de la mañana de ayer, un primer convoy, formado por 13 vehículos, atravesaba el peaje de Fuenterrabía, a unos siete kilómetros de la frontera. La caravana iba precedida de un coche k (camuflado) de la Policía Nacional, provisto de lanzadestellos, tras el que circulaba una furgoneta de la policía autónoma.

Otras dos furgonetas de dicho cuerpo figuraban a la mitad y al final, respectivamente, del convoy, mientras que un policía autónomo motorizado recorría constantemente, arriba y abajo, el lateral de la caravana a medida que ésta iba avanzando.

Un helicóptero de la Guardia Civil, a bordo del cual viajaba el gobernador civil, descendió lo suficientemente cerca de la cabeza de aquélla como para que el propio Julen Elgorriaga pudiera intercambiar con los ocupantes del vehículo que abría la marcha algunos gestos indicativos de que todo estaba en orden.

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