Cartas al director

Mal gusto de Arzallus

Soy uno de los 10 millones de capullos que, según el refinado símil que ha empleado el señor Arzallus, votaron al PSOE en las últimas (y en todas las anteriores) elecciones generales.Sin embargo, soy también de los que sospechan que nada hay más lejos de la intención del señor Arzallus que convertir la controversia política en general, y la campafía electoral vasca en particular, en unos perfumados y versallescos juegos florales, por más que su retórica vegetal aparente lo contrario.

Es más, parece que lo que le gustaría al señor Arzallus sería una campaña en la que, mientras la rosa so...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Soy uno de los 10 millones de capullos que, según el refinado símil que ha empleado el señor Arzallus, votaron al PSOE en las últimas (y en todas las anteriores) elecciones generales.Sin embargo, soy también de los que sospechan que nada hay más lejos de la intención del señor Arzallus que convertir la controversia política en general, y la campafía electoral vasca en particular, en unos perfumados y versallescos juegos florales, por más que su retórica vegetal aparente lo contrario.

Es más, parece que lo que le gustaría al señor Arzallus sería una campaña en la que, mientras la rosa socialista fuera para unos fuente de inspiración, para la chufla jardineril (a propósito, en este caso, de algo tan grave como el desempleo), la exaltación arbórea de la simbología nacionalista produjera en la competencia una reacción boscosa y aizkolari.

Afortunadamente, no va a ser así, porque sólo la demagogia y el mal gusto de algunas mentes calenturientas, como la del señor Arzallus, pueden plantearse la dialéctica de la rosa y las bellotas como una base seria de controversia electoral. /

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En