Terrorismo y democracias

El problema que el terrorismo plantea a las naciones democráticas no es solamente jurídico, o policíaco, sino también moral. Los regímenes de libertad, armados para combatir la violencia asesina, los terroristas los desafían, provocan, en el sentido literal del término, haciendo de todo para que violen los principios que reclaman defender.Hoy es España, que con el interminable drama vasco se encuentra en primera línea. La situación no es nueva. Pero, después que la democracia ha sucedido al franquismo, la comprensión que se podía sentir hacia los independentistas de ETA no se justifica, aunque...

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El problema que el terrorismo plantea a las naciones democráticas no es solamente jurídico, o policíaco, sino también moral. Los regímenes de libertad, armados para combatir la violencia asesina, los terroristas los desafían, provocan, en el sentido literal del término, haciendo de todo para que violen los principios que reclaman defender.Hoy es España, que con el interminable drama vasco se encuentra en primera línea. La situación no es nueva. Pero, después que la democracia ha sucedido al franquismo, la comprensión que se podía sentir hacia los independentistas de ETA no se justifica, aunque declaren que desde un punto de vista nacional vasco el cambio producido no les afecta. La llegada de la izquierda al poder no ha puesto fin a los atentados. Se ha asistido incluso, debido a las represalias ilegales debidas a grupos de extrema derecha contra los refugiados, a un desbordamiento de la frontera franco-española por la violencia vasca o antivasca.

La intervención de Felipe González ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, el 31 de enero en Estrasburgo, era esperada con especial interés. El jefe del Gobierno de Madrid ha lanzado a los veintiuno un llamamiento a la acción común contra los liberticidas. Se felicitó de comprobar que la cooperación franco-española sobre esta materia se hubiese reforzado en los últimos meses. Pero no formuló propuestas precisas. ( ... )

Francia, a su vez, se ha encontrado con el problema de la represión de la violencia política hace poco, con el proceso de los armenios responsables del secuestro y asesinato de sus rehenes en el consulado de Turquía, en París, el 24 de septiembre de 1981. El veredicto -siete años de reclusión para cada uno de los cuatro acusados- parecerá muy duro para los defensores de la causa armenia y, a la inversa, leve al Gobierno turco. ( ... ).

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, 2 de febrero

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