Cartas al director

'Truculencias'

Viene de la página 11

Con el título Truculencias firma Rosa Montero su columna, en la que desgranala historia de Gema,Pasa a la página 12

"una menor que ha sido violada por su padre". En Mi condición de abogado defensor del inculpado -designado por el turnó de oficio-, me veo en la obligación de puntualizar algunas inexactitudes del artículo. Se afirma que la.me nor era "débil mental"; cuando en la sentencia se recoge que la vícti ma padecía "una leve debilidad intelectual... que no le impedía tener perfecta conciencia de los hechos sexuales cornetidos"; se afirma q...

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Viene de la página 11

Con el título Truculencias firma Rosa Montero su columna, en la que desgranala historia de Gema,Pasa a la página 12

"una menor que ha sido violada por su padre". En Mi condición de abogado defensor del inculpado -designado por el turnó de oficio-, me veo en la obligación de puntualizar algunas inexactitudes del artículo. Se afirma que la.me nor era "débil mental"; cuando en la sentencia se recoge que la vícti ma padecía "una leve debilidad intelectual... que no le impedía tener perfecta conciencia de los hechos sexuales cornetidos"; se afirma que el inculpado "continuó desga rrando a la muchacha, esta Vez por el ano", cuando en la explora ción ginecológica de fs. 22 del su marío se dice que "no hay signos de penetración por vía rectal"; que el inculpado "maltrató a su mujer y la amenazó de muerte", hecho tampoco probado en el juicio oral. Afirma luego que la sentencia dic taminó estupro, y no violación, "como sí la chica hubiera disfrutado", afirmación que entraña un desconocimiento de la diferencia que media entre el estupro y la violación, donde el autor actúa contra la voluntad expresa o presunta de la mujer. En el estupro cuenta siempre el estuprador con el con sentimiento de la estuprada, si quiera lo vicien o disminuyan las circunstancias de edad de la víctima, el engaño, el ascendiente u otras. Pero lo que, a mi juicio, constituye una verdadera invasión periodística es afirmar que la menor ha sido violada, cuando en un proceso donde se han ponderado todos los elementos de hecho se ha arribado a una conclusión distinta. ¿Puede el periodista hacer un nuevo juicio -donde no se dan las garantías mínimas de imparcialidad y no existe defensa ni prueba para recoger, como en este caso, la cruda visión de la acusación particular? Al leer el artículo no pude dejar de relacionar este periodis mo feminista, de choque testicular, con aquellas militantes italia nas que apalean a cuanto hombre tropieza con sus manifestaciones callejeras.Creo en el derecho de la Prensa a corregir con su prédica tendencias jurisprudenciales retrógradas. Nosotros proponemos a diario, en la Magistratura de Trabajo, la superación de criterios jurisprudenciales francamente reaccionarios, como el que otorga presunción de legitimidad a las órdenes empresariales o el que asigna valor sacramental a los famosos finiquitos. Compartimos plenamente la necesidad deldespenalizar el aborto en cualquiera de sus formas. Pero en esta ocasión se hace bandera con un caso, deformando los supuestos de hecho, lo que entraña una manipulación de la verdad. El episodio me permite asimismo confirmar la impresión que me deja a menudo la lectura de esa columna, donde él periodista de turno, desde una altura pontifical, impartiendo castigos y premios, deja escapar entre los dedos las complejas e inextricables contradicciones de la vida. /

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Abogado. Madrid.

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