La victoria de Turgut Ozal en las elecciones turcas altera los planes del régimen militar de Kenan Evren

Los ciudadanos turcos que ayer acudieron a las urnas, por primera vez desde el golpe militar del 12 de septiembre de 1980, no respondieron positivamente al llamamiento que, en la noche del viernes, les dirigió el presidente de la República, general Kenan Evren, para que no votasen al Partido de la Madre Patria (PMP), que lidera Turgut Ozal. La victoria de Ozal altera los planes de la cúpula militar, que desde un principio apostó por un caballo perdedor, el Partido de la Democracia Nacionalista (PDN), de Turgut Sunaip, y auspiciaron una fórmula continuista que apuntaba a una coalición en la que...

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Los ciudadanos turcos que ayer acudieron a las urnas, por primera vez desde el golpe militar del 12 de septiembre de 1980, no respondieron positivamente al llamamiento que, en la noche del viernes, les dirigió el presidente de la República, general Kenan Evren, para que no votasen al Partido de la Madre Patria (PMP), que lidera Turgut Ozal. La victoria de Ozal altera los planes de la cúpula militar, que desde un principio apostó por un caballo perdedor, el Partido de la Democracia Nacionalista (PDN), de Turgut Sunaip, y auspiciaron una fórmula continuista que apuntaba a una coalición en la que el actual primer ministro, Bulent Ulusu -independiente en las listas del PDN-, habría conservado su puesto.

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El volumen de votos obtenido por Ozal es también un voto de castigo contra el propio Evren, que, a la vista de los resultados, calculó mal la influencia que podía tener sobre el electorado. Ozal se encuentra ante una complicada situación, ya que sin el apoyo -o cuando menos, la abstención-, del jefe del Estado, y consiguientemente de la cúpula militar, su futuro parece más que incierto, por más que se encuentre respaldado por los votos. La hipótesis de un Gobierno Ozal, enfrentado a Evren, es difícilmente creíble en un país en el que los militares sólo volvieron ayer en teoría a los cuarteles, pero donde todo el inundo sabe que el poder aún viste de uniforme y no del civil.Dos días antes de la votaciones y desde una escuela próxima a la residencia presidencial de Cankaya, (en las afueras de Ankara), Evren, ante todo el país, apoyó de Ibrma pública a la opción que vaya a "continuar la política del Consejo Nacional de Seguridad" (es decir, el PDN, de Turgut Sunalp) y advirtió contra el peligro que supone Ozal -al que descalificó rotundamente, aunque sin pronunciar su nombre-, para concluir:

"A vosotros os toca decidir lo que una persona como esta puede hacer en el futuro". ¿Cómo pensar pues, que el presidente vaya a en cargar forimar Gobierno a quien ha descalíficado públicamente?

No deja de resultar sorprendente la fobia, reciente, por otra parte, del presidente Contra un candidato y un partido que -como las otras dos opciones que ayer concurrieron en las elecciones- pasaron con éxito los sucesivos filtros establecidos por el poder militar para evitar que se colaran opciones qu recordasen, aunque fuera de lejos a. las fuerzas políticas que existían en el país cuando se produjo la olperación que acabó con el último régimen civil y democrático.

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Fuerzas domesticadas

Tanto el PMP como el PDN (el partido de los militares) y el Partid.o Populista, de Necidet Calp (la izquierda de unas elecciones en las que no hay izquierda), son fuerzas lo suficientemente domesticada como para que no cuestionen ni los resultados ni la legitimidad de la obra de los militares en los últimos tres años y dos meses.

Lo que parece asustar a los militares es que Ozal sea una personalidad fuerte y lo Suficientemente hábil como para, una vez en el Gobierno, tener la tentación de hacer llevar las aguas de la normalización por un cauce que no es exactamente el que se contempla en el proyecto militar. No hay que deseartar tampoco la irritación por el hecho de que Ozal, en su campaña, haya intentado atribuirse como exclusivamente propios los méritos de una recupera,ción económica desarrollada en los tres últimos años, mientras él era viceprimer ministro encargado precisamente de los asuntos económicos.

Por otra parte, es evidente que la elección de Sunalp para liderar el PDN fue un error. El hombre de los militares, general él mismo, es incapaz de despertar entusiasmos. Al contrario, los apaga. Su intervención en televisión, ante sus dos rivales, fue penosa. Y elfactor Evren, basado en el incontestable prestigio y popularidad del jefe del Estado, diríase que sólo funciona cuando lo utiliza personalmente. Eso ocurrió el pasado viernes, pero qu izá ya era demasiado tarde.

Los resultados iniciales señalan, por otra parte, un alto porcentaje de votos para Necidet Calp y su Partido Populista, que, de no conseguir Ozal mayoría absoluta, puede desempeñar un papel de árbitro. Calp era hace unos días de los pocos optimistas sobre sus posibilidades. Incluso llegó a afirmar que "el domingo ni la abeja zumbará ni el gallo cantará, sino que el sol se levantará" (la abeja, el gallo y el sol son, respectivamente, los símbolos del PMP, PDN y PP).

La imagen de las colas ante los colegios (el voto era obligatorio) y las cifras de participación no pueden disfrazar, sin embargo, las limitaciones de un proceso que ha impedido la presencia, ante las urnas de los partidos que eran legales el 12 de septiembre de 1980, fecha del golpe de Estado, incluyendo al conservador Partido de la Justicia, de Suleiman Demirel, y el Partido Republicano del Pueblo, de Bulent Ecevit.

Para la mayoría de los observadores, el proceso de vuelta a la democracia no ha hecho sino empezar, y no por buen camino. Los partidos que estarán representados en el Parlamento no son todavía representativos. Tienen que pasar la prueba de fuego de unas elecciones auténticamente libres, sin limitaciones ni vetos. Esa prueba, aunque todavía con ciertas restricciones, puede tener lugar el próximo año en las municipales si no prospera la propuesta del jefe de la Armada, almirante Nejat Turner, de dejar sólo presentarse a los mismos tres partidos que ahora.

Un escenario próximo, a un año vista, nada improbable es que en las municipales los partidos actuales sean borrados del mapa, al menos algunos de ellos (quizá el de Ozal sea el único con posibilidades reales de configurarse como una opción real). Con ello la crisis de Gobierno sería prácticamente inevitable. El escenario inmediato sería muy diferente al que hoy puede contemplarse; pero entonces, como hoy, la pregunta será la misma: ¿qué harán los militares?

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