Tres candidatos en Turquía para unas elecciones 'militarizadas'

El terremoto que el pasado domingo arrasó 42 pueblos de Anatolia oriental sigue centrando el interés de la población y los medios informativos turcos, a pesar de que apenas quedan dos días para que se celebran las elecciones legislativas que han de permitir cubrir los 400 escaños de una sola cámara parlamentaria. Las calles de Ankara no parecen las de la capital de un país en plena campaña electoral. La ausencia de propaganda es casi total. Los mítines de los candidatos atraen a un discreto número de personas al que difícilmente podría calificarse de multitud.

ENVIADO ESPECIAL, Nadi...

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El terremoto que el pasado domingo arrasó 42 pueblos de Anatolia oriental sigue centrando el interés de la población y los medios informativos turcos, a pesar de que apenas quedan dos días para que se celebran las elecciones legislativas que han de permitir cubrir los 400 escaños de una sola cámara parlamentaria. Las calles de Ankara no parecen las de la capital de un país en plena campaña electoral. La ausencia de propaganda es casi total. Los mítines de los candidatos atraen a un discreto número de personas al que difícilmente podría calificarse de multitud.

ENVIADO ESPECIAL, Nadie diría que este país se dispone a volver a la democracia. En realidad, sólo los dirigentes de los tres partidos que se presentan ante las urnas y las autoridades del régimen militar se atreven a tanto. Para el presidente, Kenan Evren, y los miembros del Consejo de Seguridad Nacional, que han venido ejerciendo el poder desde hace tres años y dos meses, la jornada del domingo es histórica. Demuestra que los hombres de uniforme están dispuestos a volver a los cuarteles y que la operación del 12 de septiembre de 1980, efectuada para salvar a la patria del caos y la anarquía, han tenido éxito. Para los partidos prohibidos y disueltos el proceso no es válido: presenta grandes limitaciones, aunque no se atreven a criticarlo abiertamente.Las elecciones se juegan a tres bandas, porque solamente tres formaciones políticas han conseguido superar el doble filtro (sobre los fundadores y sobre los candidatos) impuesto por. las autoridades militares. En el camino han quedado los demás nuevos partidos. Uno de ellos fue disuelto: el Partido de la Gran Turquía, que se consideró como un intento de resucitar al Partido de la Justicia, de Suleiman Demirel. Si a ello se añade que los viejos políticos sufren interdicciones de cinco o diez años y que sus partidos han sido borrados del mapa tras el golpe, se comprende que el Consejo de Europa haya dictaminado que el futuro Parlamento "no podrá ser considerado como representante democrático del pueblo turco".

Tres partidos

El régimen ha dado su visto bueno a tres formaciones: el Partido de la Democracia Nacionalista (PDN), que lidera Turgut Sunalp; el Partido de la Madre Patria (PMP), de Turgut Ozal; y el Partido Populista (PP), de Necdet Calp. El primero tiene entre sus listas, como independiente, al actual primer ministro, Bulent Ulusu; el segundo presenta como jefe de fila al autor del plan económico que pusieron en marcha los militares (Ozal fue viceprimer ministro hasta julio del año pasado); el último está presidido por quien, hasta recientemente, fue subsecretario con el propio Ulusu. No obstante, el PDN vende ley y orden; el PMP vende monetarismo y libre empresa; y el PP vende justicia social. Entre los tres conforman un abanico de opciones, probablemente ficticio, que va desde el centro derecha hasta el centro izquierda.Los pronósticos apuntan a una nutrida participación que se justifica no sólo en la costumbre de votar, sino en la obligatoriedad legal de hacerlo y en la convicción, bastante extendida, de que, a pesar de todo, se está a punto de dar un paso importante hacia la normalización, aunque todavía quede por recorrer la mayor parte del camino.

Se vota bajo la ley marcial, con varios juicios políticos masivos en marcha, con periódicos prohibidos, con cientos de alegaciones de tortura que recoge Amnistía Internacional, con los partidos tradicionales disueltos, con una Constitución que establece importantes restricciones en libertades consideradas esenciales en Europa occidental. Y, sin embargo, hay un cierta esperanza, perceptible incluso en la gente de izquierda. Ahora habrá un Parlamento al menos. Ya habrá tiempo de hacerlo plural.

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