Protección a minusválidos

Tengo tres hijas: 20, 19 y 18 años. La de 19 años tiene un grado de subnormalidad, según los electros, de un 47%. Hace un año ya que la echaron de un colegio especial donde iba por su estado, por la edad. Desde entonces, o bien su madre o su hermana menor (ya que la mayor se ha casado) tienen que permanecer cuidándola, imposibilitándolas estudiar o trabajar (aun con lo difícil que está).Por si esto fuera poco, tiene una subvención estatal de 3.000 pesetas mensuales, para comer, vestir, visitar el zoo... y reparar las gafas que, dado su estado, rompe con bastante frecuencia.
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Tengo tres hijas: 20, 19 y 18 años. La de 19 años tiene un grado de subnormalidad, según los electros, de un 47%. Hace un año ya que la echaron de un colegio especial donde iba por su estado, por la edad. Desde entonces, o bien su madre o su hermana menor (ya que la mayor se ha casado) tienen que permanecer cuidándola, imposibilitándolas estudiar o trabajar (aun con lo difícil que está).Por si esto fuera poco, tiene una subvención estatal de 3.000 pesetas mensuales, para comer, vestir, visitar el zoo... y reparar las gafas que, dado su estado, rompe con bastante frecuencia.

Por primera vez, en noviembre, para cobrar tal fortuna, la exigieron la fe de vida. Después de varios paseos a Jacometrezo, etcétera, dijeron que lo mandarían al banco, de lo que se deduce que, si no tengo un duro, debo abrir una cuenta corriente (la tengo con 3.000 pesetas).

La deben los meses de noviembre, diciembre y enero, y estamos en septiembre.

Creo que los señores de las Cortes no tardarán tanto tiempo en cobrar sus pobres 250.000 pesetas mensuales.

Así no se terminará con el paro, pero lo que sí es seguro es que 350.000 ciudadanos, entre minusválidos y subnormales, pronto no tendrán que necesitar comer, sino unas cuantas flores en la Almudena. /