Tribuna:

Peligro de endogamia política

La endogamia se ha practicado y se sigue practicando dentro de no pocos grupos étnicos. Consiste esencialmente en concertar uniones matrimoniales entre personas de la misma etnia o de la misma clase social. Quizá lo genético sea lo menos relevante en los casos históricos de la endogamia, y esto explica que en la India no pueda casarse un intocable, un paria, con personas de otro rango social superior. Allí propiamente no hay diversidad racial, sino diferencia social.Todo el mundo está de acuerdo en los inconvenientes de la endogamia, ya que por ese camino se llega a la creación d...

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La endogamia se ha practicado y se sigue practicando dentro de no pocos grupos étnicos. Consiste esencialmente en concertar uniones matrimoniales entre personas de la misma etnia o de la misma clase social. Quizá lo genético sea lo menos relevante en los casos históricos de la endogamia, y esto explica que en la India no pueda casarse un intocable, un paria, con personas de otro rango social superior. Allí propiamente no hay diversidad racial, sino diferencia social.Todo el mundo está de acuerdo en los inconvenientes de la endogamia, ya que por ese camino se llega a la creación de grupos cerrados, algunos de los cuales caen del lado de los explotados y otros, del lado de los explotadores. Una buena mezcla social de sexos abre camino a la superación de clases sociales estancas y encerradas sobre sí mismas.

Ydigo esto, porque en España podríamos contagiarnos de un peligro de endogamia política. Hoy tenemos en el poder un partido político que limpiamente ha ganado sus elecciones democráticas y que ha puesto al frente del Gobiernb a nuevos exponentes de la sociedad española, bien preparados y con una inicial intención de gobernar a fondo y éticamente.

Pero las utopías no existen en la realidad. Eso precisamente quiere decir utopía: ausencia de lugar. No tiene donde estar. El peligro de endogamia ya está asomando la oreja. Más de uno se ha apresurado a hacerse con su carné de socialista para no encontrarse con algunas puertas cerradas en cuestiones de oposiciones a cátedras o a funcionariados estatales.

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Pero hay más. Los votantes de a pie -los que no tenemos carné- vemos que se desaprovechan buenas cabezas, que quizá contribuirían a aliviar nuestra crítica situación, y nos entra la duda de si ese desperdicio de mano de obra cualificada no se deba quizá a la situación de independiente del supuesto candidato. Por supuesto, no creo en la neutralidad. El país ha hecho una opción claramente escorada a la izquierda, y en ese ámbito habría que buscar a los no militantes. No podemos desempolvar del viejo arcón dictatorial lo que ya sabemos por experiencia que arruinó y empobreció al país.

Sin embargo, hay mucho donde elegir sin tener por ello que acudir al fichero del partido. Hay muchas cabezas pensantes que, si se les garantiza la no manipulación partidista, estarían dispuestas a contribuir muy positivamente a la mejora de la difícil situación española. Es muy triste ver que estos desperdiciados solamente puedan asomar de cuando en cuando las narices por un programa televisivo en directo y sorprender así a la opinión pública que empezaba ya a adormecerse pensando que papá Gobierno lo tenía todo atado y bien atado.

Y finalmente, hay un peligro que a todos los votantes nos aterroriza. La endogamia política, si se lleva a cabo cada vez con más rigor, desemboca en una situación dictatorial. No importa que no lleve el nombre. Cuando una casta política, encuadrada en unos mandos determinados, puede mover el país con la paleta de la democracia, hay peligro de que de las brasas adormecidas se eleve el fuego de un nuevo totalitarismo irreversible.

Es cierto que estamos muy lejos de ellos. Es igualmente cierto que los que hoy nos gobiernan no sueñan ni remotamente con este peligro. Pero el que avisa no es traidor. Aquí habría que recordar a Freud: hay que estar atentos al subconsciente político de los que hoy rigen los destinos del país, para que en esa oscura concavidad no se vaya fraguando el indiscutible peligro de endogamia política con todas las maléficas consecuencias que esto traería consigo.

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