Cartas al director

Los aprendices

Vicente Verdú publicó en la última página un excelente artículo titulado ¿Culpables? referido a los miles de personas que nunca han tenido un empleo ni jamás han sido solicitados después de los sacrificios y esperanzas -frustradas en estos casos- que suponen el terminar los estudios. Con eso replantea algo que ocurría hace algunos años: en cuanto los hijos terminaban en el colegio, los padres se lo comunicaban a alguna empresa con la recomendación de que le enseñasen bien el oficio de que se tratase, y así se empezaba de botones en un banco, limpiacristales en una gasolinera, pinche de ...

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Vicente Verdú publicó en la última página un excelente artículo titulado ¿Culpables? referido a los miles de personas que nunca han tenido un empleo ni jamás han sido solicitados después de los sacrificios y esperanzas -frustradas en estos casos- que suponen el terminar los estudios. Con eso replantea algo que ocurría hace algunos años: en cuanto los hijos terminaban en el colegio, los padres se lo comunicaban a alguna empresa con la recomendación de que le enseñasen bien el oficio de que se tratase, y así se empezaba de botones en un banco, limpiacristales en una gasolinera, pinche de cocina, mozo de tienda o aprendiz en industrias de variada índole. Es justo reconocer que muchas veces sufrían la avaricia y excesivas exigencias del empresariado de turno, pero aprendían un oficio yPasa a la página 8

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adquirían sentido de profesionalidad. Ahora, con las cargas de la Seguridad Social y la obligación de guardarles el puesto para después del servicio militar, el aprendiz ha pasado a ser una figura desconocida en nuestros días. Ninguna empresa abre ya sus puertas a un aprendiz, porque ello obliga automáticamente a acogerlo en la Seguridad Social; pagando un poco más se da trabajo a un oficial. Me pregunto si las delegaciones de trabajo y los sindicatos no comprenden la gravedad de esta situación. Estoy convencida, además, de que es subiendo peldaño a peldaño la escala laboral es como se forja la profesionalidad y el carácter de un joven. En la mayor parte de los casos está mejor preparado un director que entró de botones en la empresa que otro salido de una escuela. La reaparición del aprendiz tendría resultados sorprendentes./ Magdalena Vila.

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