Tribuna:

Peligro arbitral

El espíritu de Porta se ha impuesto en el congreso futbolístico. Pero no hay problema con sus deseos porque no han supuesto el descubrimiento de la pólvora y, por tanto, es indiferente que se produzcan aprobaciones en la próxima asamblea, que es donde se fija y da esplendor a las ideas de sus acólitos. Lo malo sería que en la asamblea triunfaran los deseos de José Plaza, presidente del Comité Nacional de Árbitros, que ha logrado pasar el tamiz de la aprobación de varias medidas ante las que habría que poner pies en pared.Plaza quiere que desaparezcan las recusaciones. Nada que objetar al espír...

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El espíritu de Porta se ha impuesto en el congreso futbolístico. Pero no hay problema con sus deseos porque no han supuesto el descubrimiento de la pólvora y, por tanto, es indiferente que se produzcan aprobaciones en la próxima asamblea, que es donde se fija y da esplendor a las ideas de sus acólitos. Lo malo sería que en la asamblea triunfaran los deseos de José Plaza, presidente del Comité Nacional de Árbitros, que ha logrado pasar el tamiz de la aprobación de varias medidas ante las que habría que poner pies en pared.Plaza quiere que desaparezcan las recusaciones. Nada que objetar al espíritu de la cuestión, pero sí a la letra, porque debe contemplarse la posibilidad de recusar a un determinado juez, por circunstancias concretas, para un encuentro de características especiales. Generalmente no es buena la norma de la recusación porque suele deberse a pataletas de histéricos directivos. Pero sería peor que colara la proposición según la cual podrían arbitrar, indistintamente, en Primera y Segunda División 57 colegiados.

Sería peligrosísimo conceder a Plaza que manejara a un mayor número de segundones. Y lo sería más que las designaciones corrieran de su exclusiva cuenta, que es lo que quiere. Hay que ciar por supuesto que los clubes no se dejarán. O al menos algunos. Aceptar esas normas sería consentir la autoinmolación.

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