Tribuna:Tenis: Roland Garros

Matemático,ajedrecista, relojero

José Higueras pudo haber sido matemático, ajedrecista o relojero. Salió, en cambio, tenista, pero su juego es, en sus momentos estelares, el de un suizo laborioso que, armado de compás y tiralíneas, hace la carta astral de los partidos y dibuja en la cancha una complicada tela de araña en la que prende a sus adversarios, haciendo que tiren la raqueta al borde de la asfixia.El error o la impotencia de Guillermo Vilas tia sido el de hacer de Higueras contra Higueras, porque el sutil y geométrico juego del español es de los que no permiten que se lo combata con sus mismas armas. A Higueras...

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José Higueras pudo haber sido matemático, ajedrecista o relojero. Salió, en cambio, tenista, pero su juego es, en sus momentos estelares, el de un suizo laborioso que, armado de compás y tiralíneas, hace la carta astral de los partidos y dibuja en la cancha una complicada tela de araña en la que prende a sus adversarios, haciendo que tiren la raqueta al borde de la asfixia.El error o la impotencia de Guillermo Vilas tia sido el de hacer de Higueras contra Higueras, porque el sutil y geométrico juego del español es de los que no permiten que se lo combata con sus mismas armas. A Higueras para ganarle bien no hay que jugarle; hay que echarle de la pista a raquetazos, como hacen los norteamericanos cuando las baterías están a punto.

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Evidentemente, esa predisposición a estrangular con un lienzo de seda al oponente exige la quintaesencia del touch, el prodigio milimétrico de la dejada y la intangible belleza del passing-shot. Y como Higueras no tiene, a diferencia de un Santana o de un Orantes, el talento de la naturalidad para el deporte, precisa de una enorme concentración, una inmersión casi de ejercicios espirituales en el juego para llevarse la bola a su molino. Eso explica que gane torneos con la misma facilidad relativa con la que a veces le apabullan los grandes de este juego. Es el método-Higueras un esfuerzo adquirido con desgaste de codos mas que una gracia venida directamente del Altísimo y, pese a que el codo es el punto medular de las miserias fisicas del jugador, cuando ese touch recamado a nervio y pulso enriquece su tesón, el español puede ganarle al mismísimo Espíritu Santo, aunque comparezca vestido de blanco inmaculado.

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