Mañana, elecciones legislativas en Portugal

Las pequeñas formaciones extremistas se movilizan

Una docena de grupúsculos y pequeñas formaciones extremistas portuguesas de izquierda y de derecha movilizan sus fuerzas en cada período electoral para aprovechar al máximo las facilidades que les otorga la ley y hacer oír sus voces, a pesar de estar apartados de la vida política nacional por los cuatro grandes partidos.A estos grupos les basta estar legalmente registrados y presentar candidatos en, por lo menos, seis circunscripciones electorales para disponer en los medios de comunicación del Estado de los mismos espacios de propaganda gratuita que los grandes.

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Una docena de grupúsculos y pequeñas formaciones extremistas portuguesas de izquierda y de derecha movilizan sus fuerzas en cada período electoral para aprovechar al máximo las facilidades que les otorga la ley y hacer oír sus voces, a pesar de estar apartados de la vida política nacional por los cuatro grandes partidos.A estos grupos les basta estar legalmente registrados y presentar candidatos en, por lo menos, seis circunscripciones electorales para disponer en los medios de comunicación del Estado de los mismos espacios de propaganda gratuita que los grandes.

Y esto a pesar de que ninguno de ellos ha alcanzado en los nueve comicios anteriores 100.000 votos. La mayor parte se queda con menos de un 1% del censo electoral, y no tiene esperanzas de colocar un representante en el Parlamento.

La única excepción es la Unión Democrática Popular (UDP), vagamente maoísta. Gracias a una cierta implantación sindical y a la concentración de sus electores en la zona industrial de Lisboa consigue mantener desde las elecciones de 1975 un diputado en el Parlamento.

La ultraizquierda portuguesa no es hoy más que una sombra, bastante apagada, de la fuerza que representó en los tiempos agitados de la revolución de los claveles. Los militares izquierdistas han regresado al silencio de los cuarteles: Otelo Saraiva de Carvalho, reintegrado al servicio activo, ejerce funciones administrativas en el Estado Mayor del Ejército. Isabel do Carmo, la dirigente del Partido Revolucionario del Proletariado, restituida hace meses a la libertad después de cerca de cuatro años de cárcel, ha hecho durante la campaña una fugaz aparición, que fue una despedida.

Como en el resto de Europa, la ultraizquierda se divide en dos grandes familias, la trotskista y la maoísta, desgarradas por eternas disputas.

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Del trotskismo destacan la Liga Socialista de los Trabajadores (LST), el Partido Socialista Revolucionario (PSR) y el Partido Obrero de Unificación Socialista (POUS).

A pesar de su nombre, la Liga Socialista de los Trabajadores recluta a sus militantes fundamentalmente entre los jóvenes estudiantes, y como la mayor parte de sus adeptos no tiene siquiera edad para votar, su programa se dirige sobre todo a los menores de 18 años: mayoría de edad a los 16 años, derecho al aborto y a la contracepción.

El POUS, animado por dos ex diputados socialistas, Aires Rodríguez y Carmelinda Pereira, persigue el sueño de reconciliar la izquierda. El PSR se ha aliado con los estalinistas de la UDP, con el objetivo de sacar a la derecha del Gobierno".

Idénticas divisiones presenta la familia maoísta, con la Organización Comunista Marxista Leninista Portuguesa (OCMLP), el Partido Comunista (reconstruido), (PCR), el Partido Comunista de los Trabajadores Portugueses (PCTP) y la ya citada UDP.

La ultraderecha se presenta también muy menguada con la total desaparición del MIRN, del ex general Kaulza de Arriaga, quedó reducida al Partido Demócrata Cristiano, grupúsculo abiertamente reaccionario y nostálgico.

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