Cartas al director

Renfe, el paro y la policía

El suceso que he presenciado, en el expreso Málaga-Barcelona, la noche del lunes 21 de marzo, es el espejo que refleja dos de las muchos problemas que aún están por solucionar en nuestra incipiente democracia: el paro y la erradicación total de los métodos franquistas de la policía.Como digo, esa noche a la altura de Andújar, un hombre de 45 años, de aspecto cansado y sucio, que decía estar enfermo y viajaba sin billete, fue sacado del tren por un policía de paisano de la forma más brutal e inimaginable posible en los tiempos que corren. Ante la, negativa del viajero a bajar del tren, el revis...

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El suceso que he presenciado, en el expreso Málaga-Barcelona, la noche del lunes 21 de marzo, es el espejo que refleja dos de las muchos problemas que aún están por solucionar en nuestra incipiente democracia: el paro y la erradicación total de los métodos franquistas de la policía.Como digo, esa noche a la altura de Andújar, un hombre de 45 años, de aspecto cansado y sucio, que decía estar enfermo y viajaba sin billete, fue sacado del tren por un policía de paisano de la forma más brutal e inimaginable posible en los tiempos que corren. Ante la, negativa del viajero a bajar del tren, el revisor hizo personarse al tal policía en el compartimento que ocupaba, y entre ambos lo arrastraron por el pasillo hasta una de las puertas, a la espera de que el tren parara. Junto a la puerta y sentado en el suelo, el viajero continuaba siendo reacio a bajarse arguyendo que estaba parado, que andaba buscando trabajo y que, además, estaba enfermo; y menos aún se bajaría -decía- sin antes conocer las identidades del revisor y del policía para denunciar los malos tratos recibidos. Ninguno de los dos funcionarios se identificó, como es de suponer, y además le amenazaban con tirarlo del tren si seguía negándose a bajar por su propio pie. Tras lo cual, el viajero bajó, ante la intervención apaciguadora del camarero, escupiendo una sarta de insultos dirigidos al revisor y al policía, que lo escuchaban en actitud amenazante,y que en el caso del último de devolvía los insultos como en la más genuina de las riñas de bares.

Pienso que el mejor comentario es plasmar el suceso sin ningún comentario. Por sí solo, ya es bastante elocuente./

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