La confesión del 'ultra' se inició hace dos meses en la cárcel de Carabanchel

La confesión del ultra arrepentido empezó a fraguarse el pasado mes de enero, cuando Manuel Reinero Banda, desde la prisión de Carabanchel, envió una carta al alcalde de Ripollet, Carles Ferré Cuscó, pidiéndole que acudiera al centro penitenciario. Se iniciaba de esta manera un rosario de gestiones y entrevistas que culminaron el pasado 4 de marzo, cuando el ultra firmó su confesión ante el abogado madrileño Manuel Hernández, explicando los secretos de la trama. Cinco días después, 9 de marzo, la confesión era entregada a la fiscalía de la Audiencia Nacional y a los magist...

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La confesión del ultra arrepentido empezó a fraguarse el pasado mes de enero, cuando Manuel Reinero Banda, desde la prisión de Carabanchel, envió una carta al alcalde de Ripollet, Carles Ferré Cuscó, pidiéndole que acudiera al centro penitenciario. Se iniciaba de esta manera un rosario de gestiones y entrevistas que culminaron el pasado 4 de marzo, cuando el ultra firmó su confesión ante el abogado madrileño Manuel Hernández, explicando los secretos de la trama. Cinco días después, 9 de marzo, la confesión era entregada a la fiscalía de la Audiencia Nacional y a los magistrados que debían juzgarlo.Esta es a grandes rasgos la historia de la confesión del ultra arrepentido. Pero detrás de esta confesión hay otra historia deslavazada, recogida en centenares de cartas que Manuel Reinero Banda envió a sus abogados defensores y a sus amigos, reclamándoles ayuda y recordándoles aquel pacto firmado a finales de 1979, en el que se comprometieron a ayudar a los familiares de los detenidos del Ejército Español de Liberación. Con el paso de los meses las cartas se hicieron más angustiosas y Manuel Reinero Banda acabó reclamando la ayuda del alcalde de Ripollet.

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El ultra arrepentido y el alcalde Carles Ferré Cuscó se entrevistaron el 19 de enero durante cuatro horas en uno de los locutorios de la prisión de Carabanchel. Durante este tiempo Manuel Reinero Banda le explicó al alcalde de Ripollet lo que había contado en centenares de cartas dirigidas a sus amigos. Le habló del honor, de su pacto jamás cumplido, de su soledad, de su incipiente cegera y sordera, y de esas 5.000 pesetas -"las únicas en tres años"- que había recibido como ayuda por parte del sargento de la Policía Municipal de Ripollet. El ultra arrepentido habló también de las dificultades económicas familiares, de su mujer y de sus cuatro hijos y acabó pidiéndole, por favor, que acudiera a Polinyà y se entrevistara con su esposa.

El gobernador, informado

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Pero, sobre todo, y en el transcurso de esas cuatro horas, el ultra arrepentido hizo una larga confesión oral sobre las actividades del Ejército Español de Liberación y la participación de algunos miembros de la Guardia Civil de Ciutat Badia. Habló, por último, de la actitud de determinados jueces y de las supuestas irregularidades cometidas en la instrucción del sumario. Todos estos hechos, incluida la confesión, fueron comunicados al gobernador civil de Barcelona y al jefe superior de Policía, quienes recomendaron que se hicieran una serie de comprobaciones y que se requiriera a Manuel Reinero Banda, para que realizara una minuciosa confesión por escrito.

Durante cerca de un mes, el abogado Manuel Hernández, defensor de los intereses del alcalde y del Ayuntamiento de Ripollet, negoció con Manuel Reinero Banda la forma en que debía formalizarse la confesión. Estas gestiones culminaron el 4 de marzo cuando Manuel Reinero Banda estampó su firma en los cuatro folios de su confesión.

Después vino la entrega de la confesión en el juicio, las primeras investigaciones, la detención de los funcionarios de la Policía Municipal de Ripollet, las declaraciones de dos letrados catalanes, la declaración del ex concejal Navarro, de Ripollet, nuevas declaraciones y los careos que se llevaron a cabo el viernes entre los dos policías municipales y el ultra arrepentido.

Las nuevas diligencias están siendo instruidas por el Juzgado número 4 de la Audiencia Nacional, mientras Manuel Reinero Banda, en la prisión de Carabanchel, disfruta de una protección especial.

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