Cartas al director

Control de cambios

Alarmante -por no decir vergonzosa- resulta la actual ineficacia operativa de la Sección de Control de Cambios de la Dirección General de Transacciones Exteriores, encargada de verificar y, en su caso, autorizar o denegar las peticiones de conversión oficial de pesetas interiores por divisas para efectuar pagos en el extranjero.Mientras que por todos los medios ilegítimos imaginables salen de España cantidades ingentes de pesetas; o bien dejan de entrar las divisas que, supuestamente, deberían engrosar nuestras arcas nacionales (con un índice bajísimo de aprehensiones defraudatorias), aquellos...

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Alarmante -por no decir vergonzosa- resulta la actual ineficacia operativa de la Sección de Control de Cambios de la Dirección General de Transacciones Exteriores, encargada de verificar y, en su caso, autorizar o denegar las peticiones de conversión oficial de pesetas interiores por divisas para efectuar pagos en el extranjero.Mientras que por todos los medios ilegítimos imaginables salen de España cantidades ingentes de pesetas; o bien dejan de entrar las divisas que, supuestamente, deberían engrosar nuestras arcas nacionales (con un índice bajísimo de aprehensiones defraudatorias), aquellos otros ciudadanos que, con observancia de las disposiciones legales en vigor, presentan sus peticiones de autorización previa, llenando los correspondientes impresos para comprar divisas en la banca delegada, se ven inmisericordemente postergados durante meses (¡mientras, claro está, se devalúa progresivamente la peseta!), a la espera de que el herrumbroso aparato administrativo se digne dar respuesta a lo solicitado, cuando no, simplemente, a pedir nuevas aportaciones de documentos que muy bien podrían haberse reclamado al poco tiempo de la presentación.

Comprobado está -y ahí tenemos el caso de Inglaterra, último país de la CEE, que con una situación económica tan desastrosa como la nuestra, levantó hará un par de años sus limitaciones cambiarias- que dichas prácticas restrictivas son mucho más perjudiciales que beneficiosas puesto que, entre otras cosas, degradan ostensiblemente la confianza internacional y la propia en la moneda supuestamente protegida; mientras que, como lógica contrapartida, produce un vertiginoso aumento de la evasión y el fraude. Si a lo anterior sumamos la ineptitud de una Administración secularmente anquilosada, podemos imaginarnos el desastroso resultado en que nos encontramos inmersos hoy.

Este tema, evidentemente importante, también reclama la pronta atención de los señores responsables de el cambio... /

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