Preocupación en España por la política proteccionista del Gobierno francés

Los responsables españoles se preocupan de las posibles repercusiones que sobre los intercambios franco-españoles pudiera ejercer la política proteccionista que comienza a configurarse en Francia. Al final de 1982, el superávit español alcanzará probablemente cifras récord en su comercio con este país. La lucha contra el déficit del comercio exterior se ha convertido en uno de los vectores determinantes de la política económica del Gobierno galo.

Durante los ocho primeros meses del año en curso, las exportaciones españolas hacia Francia han crecido en un 27,8%, y las francesas hacia Esp...

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Los responsables españoles se preocupan de las posibles repercusiones que sobre los intercambios franco-españoles pudiera ejercer la política proteccionista que comienza a configurarse en Francia. Al final de 1982, el superávit español alcanzará probablemente cifras récord en su comercio con este país. La lucha contra el déficit del comercio exterior se ha convertido en uno de los vectores determinantes de la política económica del Gobierno galo.

Durante los ocho primeros meses del año en curso, las exportaciones españolas hacia Francia han crecido en un 27,8%, y las francesas hacia España en un 14,9%. En 1980 se alcanzó el nivel récord del superávit favorable a España con 3.025 millones de francos. Al final de este ejercicio de 1982, el comercio entre los dos países, a la vista de las cifras de los ocho primeros meses, el saldo favorable a España alcanzará, muy probablemente, los 4.000 millones de francos, lo que establecerá una nueva marca, aunque hay que tener en cuenta que esas exportaciones españolas son, en varios sectores, de productos franceses.Por ahora, según manifestaciones recogidas por este periódico en los medios españoles de la capital francesa, las autoridades de París no ejercen presiones concretas para frenar las importaciones procedentes del otro lado de los Pirineos. A nivel de la Subdirección del Comercio Exterior se ejerce un cierto control. Y, más precisamente, no tardará en saberse en qué medida afectan al comercio hispano-francés las primeras medidas proteccionistas tomadas por la Administración socialista: vigilancia de las prácticas desleales (productos excesivamente baratos), rellenar los documentos de importación en francés (lo que no complica a las grandes empresas, pero si puede presentar inconvenientes para las pequeñas) y una vaga medida que se refiere al inventario de los acuerdos bilaterales.

Los resultados catastróficos que cada mes arroja el comercio exterior galo se han convertido en la preocupación primera de la Administración socialista. Y no es para menos: de la tercera potencia exportadora mundial que era Francia hace algunos años, ha pasado al quinto lugar, después de Estados Unidos, la República Federal de Alemania, Japón y Reino Unido. Las pérdidas en el sector de la exportación afectan su actividad, sus finanzas y su empleo (un obrero de cada cuatro trabaja para la exportación). Y todo ello erosiona más aún la divisa.

Reactivar el mercado interior

El deterioro constante del comercio exterior del país se explica de dos maneras, una reciente y la otra más antigua. En primer lugar, es consecuencia de la política practicada por los socialistas desde que llegaron al poder en 1981: el relanzamiento del consumo interno ha beneficiado a los productos extranjeros, más competitivos. El aumento de las cargas sobre las empresas afectó esa competitividad de las marcas galas. Y, en, otro orden de cosas, los socialistas han tenido que afrontar la irresistible alza del dólar, que ha encarecido singularmente las importaciones, las petrolíferas en primer lugar.En segundo lugar, la caída del comercio exterior se debe a la estrategia anterior a la conquista del poder por los socialistas, todos los expertos señalan la fragilidad de las estructuras de esta actividad. Francia comercia mucho con los grandes países industrializados vecinos, y es con éstos con los que pierde dinero. Por el contrario, consigue superávit con países que, más o menos, o no pagan o pagan mal.

En resumen, Francia se encuentra en una encrucijada esencial de su política económica: o va hasta el final de la lógica inicial de su estrategia, consistente en la reconquista del mercado interior, y suprime el problema del comercio exterior, pero inicia una etapa de declive histórico. O, por el contrario, como ya lo vienen anunciando todos los responsables directos, empezando por el presidente, François Mitterrand, hace de la reconquista del mercado exterior, un objetivo prioritario.

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