Una curva a 200 metros sobre el nivel del mar

El lugar donde el pasado lunes se produjo el gravísimo accidente que costó la vida a la princesa Gracia de Mónaco se encuentra situado en un paraje al que llaman Cornisa Mediana, sesgado por una empinada carretera de asfalto, en zigzag, que serpentea por los acantilados que caen a plomo sobre la Costa Azul, a un kilómetro escaso de la frontera simbólica entre Francia y Mónaco.La carretera, de asfaltado sólo pasable, no parece excelentemente peraltada. En cada una de las numerosas curvas que las jalonan existen quitamiedos que no cumplen nada bién su función. En una de estas curvas, enclavada a...

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El lugar donde el pasado lunes se produjo el gravísimo accidente que costó la vida a la princesa Gracia de Mónaco se encuentra situado en un paraje al que llaman Cornisa Mediana, sesgado por una empinada carretera de asfalto, en zigzag, que serpentea por los acantilados que caen a plomo sobre la Costa Azul, a un kilómetro escaso de la frontera simbólica entre Francia y Mónaco.La carretera, de asfaltado sólo pasable, no parece excelentemente peraltada. En cada una de las numerosas curvas que las jalonan existen quitamiedos que no cumplen nada bién su función. En una de estas curvas, enclavada a 200 metros sobre el nivel del mar, fue donde el Rover 3.000 , que al parecer conducía Gracia de Mónaco, cayó al vacío estruendosamente. La princesa sufrió un despiste inexplicable, por causas hasta el momento desconocidas, ya que en vez de girar el volante hacia su derecha, como el trazado de la calzada exigía, a lo largo del veloz descenso del vehículo, mantuvo el volante recto y tras adentrarse por un pequeño camino de asfalto, a lo largo de no más de un metro, cayó por un desmonte de unos 25 metros de altura.

El vehículo cortó de cuajo un pino de tamaño medio y se precipitó sobre las inmediaciones de un huerto cuajado de margaritas laboriosamente cuidado por un monegasco de origen italiano. Cesto Leukio acudió a recoger, a las heridas. Sobre algunos de los árboles que crecen en el desmonte se adivinan restos del pequeño incendio que se produjo después de que el vehículo cayera. La corteza de los pinos se encuentra rota o seriamente quemada.

Lo que más sorprende es la caprichosa trayectoria seguida por el automóvil. Era tan evidente que había que girar casi 160 grados el volante hacia la derecha, según el trazado de la curva, existiendo la constancia de que la visibilidad era buena. En Montecarlo no puede creerse que la conductora fuera atenta un ápice al volante, sino más bién a otras, al parecer, importantes cuestiones de las que hablaba con su hija. No obstante, tampoco se descarta que Gracia de Mónaco sufriera un desvanecimiento previo al accidente, hipótesis en la cual algunos creen hallar el origen de la muerte de la princesa.

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