Cartas al director

Mitterrand y AP

Desde hace más de veinte años veraneo en España porque me interesan su literatura y su historia, y sigo con mucho interés el proceso democrático español de estos últimos años. A este fin me ha servido de manera inestimable la lectura cada día de EL PAIS desde que salió a la luz. Así, el domingo 8 y el lunes 10 de agosto caí en el artículo del distinguido senador de AP Juan Abel Matutes "La economía española y el ejemplo francés", y no pude dejar de reaccionar tomando la pluma para escribir por primera vez a su periódico. Que el senador Juan Abel Matutes tema un posible éxito de los socialistas...

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Desde hace más de veinte años veraneo en España porque me interesan su literatura y su historia, y sigo con mucho interés el proceso democrático español de estos últimos años. A este fin me ha servido de manera inestimable la lectura cada día de EL PAIS desde que salió a la luz. Así, el domingo 8 y el lunes 10 de agosto caí en el artículo del distinguido senador de AP Juan Abel Matutes "La economía española y el ejemplo francés", y no pude dejar de reaccionar tomando la pluma para escribir por primera vez a su periódico. Que el senador Juan Abel Matutes tema un posible éxito de los socialistas en las próximas elecciones a Cortes de España puede ser comprensible, pero que comunique a los lectores de EL PAIS datos seleccionados, erróneos o ambiguos no puede servir a la verdad histórica. Ahora bien, no tengo en mis maletas la documentación oficial para presentar todos los datos exactos, pero EL PAIS los tendrá, seguramente, en su archivo. En cambio, si usted me lo permite, quiero haer unas observaciones. En primer lugar, ¿cómo explicar que la próspera Francia, según las mismas palabras del senador, haya querido cambiar de presidente y de mayoría política el año pasado? ¿Son os franceses unos tontos? Claro que no, bien se sabe que eso ocurrió por la grave situación económica y social que padecía Francia. Basta un ejemplo: el número de parados se había más que triplicado durante el mandato de Giscard. Segundo, sacar conclusiones tajantes -hablar de bancarrota en nada se justifica- sobre la política económica francesa después de dos semestres de Gobierno bien parece arriesgado cuando se sabe que leyes tan importantes como las de nacionalización no han sido votadas antes del mes de marzo de este año. Tercero, en Francia, un refrán reza: con las cifras se puede decir todo y nada./

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