Cartas al director

La colaboración con la policía

El artículo titulado La delación y el caso Almería, publicado en EL PAÍS el día 5 de agosto, trata el tema de la colaboración ciudadana con la policía desde una óptica más próxima a la retórica de los sofistas que al planteamiento filosófico o científico.En primer lugar, resulta impropio calificar como delación -con la carga peyorativa que el término encierra- la colaboración del ciudadano con la policía, consistente en suministrar información sobre posibles hechos delictivos o sus -supuestos autores. Entre otras razones, porque el fenómeno de la delación, en sentido estricto, está marc...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

El artículo titulado La delación y el caso Almería, publicado en EL PAÍS el día 5 de agosto, trata el tema de la colaboración ciudadana con la policía desde una óptica más próxima a la retórica de los sofistas que al planteamiento filosófico o científico.En primer lugar, resulta impropio calificar como delación -con la carga peyorativa que el término encierra- la colaboración del ciudadano con la policía, consistente en suministrar información sobre posibles hechos delictivos o sus -supuestos autores. Entre otras razones, porque el fenómeno de la delación, en sentido estricto, está marcado fundamentalmente por la existencia de móviles pasionales o egoístas, en tanto que la mayor parte de las informaciones suministradas a la policía por el ciudadano obedecen únicamente a un, sentimiento cívico, cuya última finalidad estriba en contribuir a hacer efectivo el imperio de la ley.

No menos engañoso resulta el argumento que compara la delación con la denuncia, cuando después de utilizar el primer vocablo en su acepción vulgar pretende extrapolarlo -con toda su carga peyorativa- al terreno aséptico de su significación técnico-jurídica, para, acto seguido, y aprovechando su contraposición formal, trasladar ésta al plano ético sin correctivo alguno. En consecuencia, sostener que quien no denuncia delata, y que quien delata traiciona constituye un vulgar sofisma. Entre otras cosas, porque traicionar, además de, actuar alevosamente, es violar la fidelidad debida. Y si la alevosía consiste en el empleo de medios, modos o formas que-impidan o debiliten la defensa, se llegaría a la artificiosa conclusión de que la policía es el medio traicionero de que se vale el ciudadano para obtener determinadas satisfacciones personales a costa de terceros. En cuanto a la violación de la fidelidad debida, exige ésta la existencia de algún vínculo entre el traidor y el traicionado, que no sé da cuando se trata de desconocidos, como sucede en la mayoría de los casos.

Denunciar supone responsabilizarse jurídicamente de la veracidad de lo denunciado, pero, además de sufrir espartanamene las lógicas molestias que conlleva todo procedimiento judicial, supone, sobre todo, exponerse a las, represalias del denunciado; temor este que lleva a muchós ciudadanos a incumplir ese deber cívico de la denuncia, incluso cuando resultan directamente perjudicados por el delito.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Concluir, por tanto, que las "muertes de Almería" probablemente no se hubieran producido si no hubiesen existido las campañas de colaboración ciudadanas que favorecieron "la delación" de las víctimas, y extraer la consecuencia de lo nefasto que puede resultar la colaboración del ciudadano con la policía, equivale -parangonando un ejemplo del propio autor- a considerar nefasta la publicidad de automóviles porque ésta induce a la compra de mayor número de éstos y ello contribuye a incrementar el número de accidentes mortales. /

inspector del Cuerpo Superior de Policía.

Archivado En