Tribuna:

Muñoz, una esperanza

Pablo Porta y su junta directiva nombraron ayer a Miguel Muñoz seleccionador nacional. La elección no es un paño caliente a la guerra entre el Real Madrid y la Federación. Miguel Muñoz, aunque conserve para siempre su etiqueta de madridista, no es hombre, dada su personalidad, al que se le pueda adjudicar un papel balsámico. Sería además menospreciar su historial y su probada profesionalidad.Miguel Muñoz era el relevo natural en estos momentos. En el fútbol español no hay más allá de media docena de entrenadores con calificación suficiente para dirigir la selección. De ellos, algunos están enr...

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Pablo Porta y su junta directiva nombraron ayer a Miguel Muñoz seleccionador nacional. La elección no es un paño caliente a la guerra entre el Real Madrid y la Federación. Miguel Muñoz, aunque conserve para siempre su etiqueta de madridista, no es hombre, dada su personalidad, al que se le pueda adjudicar un papel balsámico. Sería además menospreciar su historial y su probada profesionalidad.Miguel Muñoz era el relevo natural en estos momentos. En el fútbol español no hay más allá de media docena de entrenadores con calificación suficiente para dirigir la selección. De ellos, algunos están enrolados en clubes. Afortunadamente, Miguel Muñoz salió la pasada temporada del Sevilla y se encontraba en situación de disponible. Muñoz tiene sobrada experiencia en el campo internacional y ha procurado mantenerse siempre bien informado respecto a las más modernas técnicas de preparación. Personalmente es dialogante y tiene la chispa suficiente para, por medio de la ironía, salir de una situación tensa.

Muñoz puede aportar a la selección la naturalidad y la serenidad que en estos momentos se necesita. El nuevo responsable del equipo nacional tiene, de entrada, el compromiso de la Eurocopa de Naciones. El Mundial de Colombia será una perspectiva a contemplar más adelante. A Muñoz le toca la misión de intentar recuperar a un enfermo. Pedirle que a las primeras de cambio lograra éxitos sería demasiado. De momento hay que concederle un margen de confianza. De Muñoz no hay que esperar revoluciones, pero tampoco cometerá grandes errores. Y además no permitirá que le manejen la aguja de marear.

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