Cartas al director

Contra el carné de Prensa

De un tiempo a esta parte, aunque no precisamente con la misma virulencia desde que se creó la facultad de Ciencias de la Información, se ha puesto en marcha -por quiénes prefiero silenciarlo- una tendenciosa caza de brujas contra el carné de Prensa, que, a pesar de todos los pesares, intenta ser un medio, en principio, lo suficientemente efectivo como para evitar el intrusismo a la hora de la práctica profesional.Soy, como ya probablemente habrán adivinado, uno de tantos de los cientos, miles (las precisiones poco importan) de licenciados que al cabo de varios años de estudio en la uni...

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De un tiempo a esta parte, aunque no precisamente con la misma virulencia desde que se creó la facultad de Ciencias de la Información, se ha puesto en marcha -por quiénes prefiero silenciarlo- una tendenciosa caza de brujas contra el carné de Prensa, que, a pesar de todos los pesares, intenta ser un medio, en principio, lo suficientemente efectivo como para evitar el intrusismo a la hora de la práctica profesional.Soy, como ya probablemente habrán adivinado, uno de tantos de los cientos, miles (las precisiones poco importan) de licenciados que al cabo de varios años de estudio en la universidad descubren la amarga y triste realidad de que cinco cursos tras las paredes de las aulas universitarias han servido apenas para crear una conciencia acerca de que algo necesita cambiar. Y no entro en mayores detalles sobre la naturaleza del cambio y de sus artífices. Pero, aun con todo, me niego, me resisto a creer en la absoluta inutilidad de tantos esfuerzos y tantas ilusiones puestas en juego.

Quizá el carné de Prensa no sea la panacea ideal a los males que

aquejan a la profesión; pero, en cualquier caso, evitaría que yo el día de mañana invocara, echando mano indiscriminadamente de los artículos constitucionales, mi irrevocable derecho a practicar una operación quirúrgica o a erigirme en fiscal acusador en un posible e hipotético 23-X. En tal sentido, la violenta diatriba, de Daniel Sueiro publicada el sábado día 12 no tenía desperdicio. ¡Qué pena!

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