Cartas al director

País apasionado

Puede pasar su opinión sobre el concepto de lo que debe ser un festival de apertura de un mundial -ni más ni menos bueno o malo que otros anteriormente ofrecidos- y que yo catalogaría de digno, aunque excesivamente convencional.Puede pasar también su incapacidad, ya varias veces nerviosamente confesada, de apagar el televisor o cambiar de cadena antes de sentirnos ridículamente sometidos por la dictadura de las ondas o la de Robles Piquer; buena solución que yo, como muchos, sin duda, tuvimos que adoptar la noche del día 12, acto seguido de la presencia de la atractiva Ana Belén.

Hasta ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Puede pasar su opinión sobre el concepto de lo que debe ser un festival de apertura de un mundial -ni más ni menos bueno o malo que otros anteriormente ofrecidos- y que yo catalogaría de digno, aunque excesivamente convencional.Puede pasar también su incapacidad, ya varias veces nerviosamente confesada, de apagar el televisor o cambiar de cadena antes de sentirnos ridículamente sometidos por la dictadura de las ondas o la de Robles Piquer; buena solución que yo, como muchos, sin duda, tuvimos que adoptar la noche del día 12, acto seguido de la presencia de la atractiva Ana Belén.

Hasta podría pasar su atrevimiento de llamar gran cantante a Miguel Ríos -¡se necesita tupé para hablar, unas páginas más adelante, de horteradas y de medios culturales!- porque sobre gustos bien sabido es que no hay nada escrito.

Pero lo que no debería poder pasar es esa adjetivación exagerada: execrable, deleznable, museo de los horrores, grandilocuente, alcanforino, arcaico, gran (cantante), gran (espectáculo), soporífero, vergonzante, arrogándoos una vez más una orgullosa representatividad sobre cuarenta millones de españoles (hasta en la cifra exageráis); y la directa y rencorosa, casi sañuda, alusión a Matías Prats, al que personalmente no tengo el gusto de conocer, pero que siempre me pareció un buen profesional en años en que la penuria de medios técnicos era enorme.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Por el camino del apasionamiento, de la exageración y mucho menos por el de la inquina, lo repetiré siempre, no se va a ninguna parte./

Archivado En