Tribuna:

Pocas esperanzas de mejora a corto plazo

Con la única preocupación aparente de que los índices generales no perdiesen su paridad con las posiciones de comienzo del año, lo que a la postre terminó ocurriendo en el mercado de Barcelona, transcurrió ayer la contratación en las bolsas españolas, dentro de un ambiente marcadamente aburrido y donde los valores del grupo bancario, una vez más, realizaron un esfuerzo para impedir que los precios de sus acciones experimentasen recortes a la baja.Las escasas posibilidades de mejora que le conceden los especialistas a las bolsas nacionales, en un futuro inmediato, constituyen un pesado lastre q...

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Con la única preocupación aparente de que los índices generales no perdiesen su paridad con las posiciones de comienzo del año, lo que a la postre terminó ocurriendo en el mercado de Barcelona, transcurrió ayer la contratación en las bolsas españolas, dentro de un ambiente marcadamente aburrido y donde los valores del grupo bancario, una vez más, realizaron un esfuerzo para impedir que los precios de sus acciones experimentasen recortes a la baja.Las escasas posibilidades de mejora que le conceden los especialistas a las bolsas nacionales, en un futuro inmediato, constituyen un pesado lastre que frenaría cualquier tímida mejora que se produjese. Si a esto le sumamos, por una parte la mayor difusión que están teniendo entre los inversores los nuevos activos monetarios (pagarés del Tesoro y certificados de regulación monetaria), y por otro, las posibilidades de invertir observando estrictamente los principios de la trilogía clásica, esto es, rentabilidad, liquidez y seguridad, que se ofrecen a través de los instrumentos de reciente creación, como son el mercadillo de letras de cambio o las recientes operaciones con garantía de recompra en pagarés, es fácilmente comprensible que la bolsa tradicional, entendiéndose por tal el mercado de acciones, pierde atractivo casi a diario para los inversores, quedando relegada a un segundo término.

Son muchas las incertidumbres que se ciernen sobre la sociedad española y que pueden afectar negativamente, en un plazo más o menos breve, a los mercados de valores. La posibilidad de que se fragmente UCD, la convocatoria de elecciones anticipadas, o un eventual triunfo socialista, son algunas de las hipótesis con las que trabajan estos días los especialista, y que, en general, les provocan un profundo fruncimiento de ceño.

Pero es que ante un posible delimitamiento general del mercado, los valores del grupo bancario iban a ser, lógicamente, los más afectados por las presiones vendedoras. Los bandos, junto con algún que otro valor aislado, son los únicos valores en las bolsas españolas que se cotizan aún bastante por encima de la par y que presentan una rentabilidad. directa por dividendo muy baja. Por tanto, los especialistas han comenzado a mirar con cierta prevención a estos valores, cuya última garantía la constituye la estrategia bursátil que diseñan sus propios cuidadores.

Por ejemplo, ayer continuó predominando la oferta, si bien hay que destacar que Banesto, con un saldo vendedor ligeramente superior a los cien mil títulos, representaba aproximadamente un 75% de los saldos negativos conjuntos del sector. Por su parte, el Santander continuó centrando las miradas y comentarios de los asistentes a las reuniones, al haber experimentado una brusca reducción en sus saldos compradores. Poco más de 23.000 acciones era la diferencia que presentaba ayer el banco montañés entre los títulos demandados y los que se ofrecían en favor de los primeros, y en el mercado madrileño, donde marcó cambio cinco puntos por encima de su posición anterior.

En la proximidad del 360% es donde se desatarán las batallas en torno a este valor. Tres o cuatro enteros por encima de este cambio es el precio que debería conservar el Santander, según los especialistas, para que en su ampliación de capital no perdiese la cota del 300%.

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