Lemóniz, entre los hechos y las palabras

Es más que lógico y más que humano que los técnicos que trabajan en las obras de la central de Lemóniz hayan abandonado su puesto laboral. Con anterioridad, bastantes de ellos habían enviado a sus familias lejos de Euskadi, y al parecer esos técnicos han recibido una misiva de ETA en la que, tras hacerles saber con macabra cortesía que personalmente nada tienen contra ellos, ( ... )¿Y ahora qué? Visto que finalizar la construcción y poner en marcha la central nuclear, esencial para paliar el déficit energético de Euskadi, no depende de esta o aquella firma o gestión, sino de la decisión de qui...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Es más que lógico y más que humano que los técnicos que trabajan en las obras de la central de Lemóniz hayan abandonado su puesto laboral. Con anterioridad, bastantes de ellos habían enviado a sus familias lejos de Euskadi, y al parecer esos técnicos han recibido una misiva de ETA en la que, tras hacerles saber con macabra cortesía que personalmente nada tienen contra ellos, ( ... )¿Y ahora qué? Visto que finalizar la construcción y poner en marcha la central nuclear, esencial para paliar el déficit energético de Euskadi, no depende de esta o aquella firma o gestión, sino de la decisión de quienes manejan las metralletas, parece que intenta abrirse paso una rotunda solución: la interrupción de los trabajos y llegar a lo que, echando mano una vez más a los eufemismos, se denomina reorganización y replanteamiento del proyecto Lemóniz.

La presencia del pueblo vasco en las calles de Bilbao el pasado viernes fue demostrativa de que, a pesar de los pesares -léase todas las ambigüedades que inexplicablemente se dan todavía y sin duda seguirán dándose- ante la brutalidad criminal del terrorismo de ETA la opinión pública sabe bien a qué atenerse.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Archivado En