Cartas al director

¿Aspecto anómalo?

Vivo desde hace más de un año en Lavapiés donde, como yo, otros jóvenes se sienten atraídos por las casas baratas y por la vida urbana un poco menos deshumanizada.Mi aspecto es el de un joven similar al de infinidad de jóvenes de veinte a treinta años: uso barba, pelo medianamente largo, ropas cómodas y baratas, zapatillas de deportes, uso un bolso en el que porto habitualmente libros y una máquina de fotos.

Acostumbro a vivir unos veinte días al mes en mi casa, y los últimos diez días frecuento el domicilio paterno, pues como otros dos millones de españolitos de a pie y pedal me encuen...

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Vivo desde hace más de un año en Lavapiés donde, como yo, otros jóvenes se sienten atraídos por las casas baratas y por la vida urbana un poco menos deshumanizada.Mi aspecto es el de un joven similar al de infinidad de jóvenes de veinte a treinta años: uso barba, pelo medianamente largo, ropas cómodas y baratas, zapatillas de deportes, uso un bolso en el que porto habitualmente libros y una máquina de fotos.

Acostumbro a vivir unos veinte días al mes en mi casa, y los últimos diez días frecuento el domicilio paterno, pues como otros dos millones de españolitos de a pie y pedal me encuentro en paro, y sobrevivo haciendo esporádicamente sustituciones, dando clases particulares, figurando de extra, vendimiando, vendiendo artesanía, etcétera.

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Mi sentido de la amistad me impulsa a dejar las puertas abiertas de la casa a mis amigos/as para que cuando quieran vengan a visitarme, a comer, cenar, dormir, o echar una partida de tute. A la vez recibo de ellos similares invitaciones. Aunque mis ideas no sean las mismas que las de mis vecinos, respeto sus ideas y formas de vivir y así espero que ellos hagan lo mismo conmigo.

El dinero que gano no lo invierto en televisor, coche o cubalibres, sino en tabaco, periódico, cañas, cine y viajes. Varias veces me he alojado en alguna pensión de Salamanca, Cuenca, La Alberca u otra ciudad similar. Y cerca de mi alojamiento he comprado en establecimientos que sólo me verán esos días.

Modestia aparte, soy así, y me gusta.

Pero mi gran sorpresa ha sido esta mañana cuando una vecina mía subió con alarma añeja a anunciarme que ofrecían ¡diez millones de pesetas! frescas -no sé si libres de impuestos- a quien facilitara pistas para detectarme./

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