Trabajadores mexicanos ceden al Gobierno el 1% de su salario para superar la crisis

Cuatro millones de obreros afiliados a la CTM (Confederación de Trabajadores de México) entregarán el 1% de su salario al Gobierno federal, en forma de impuesto voluntario para superar la grave crisis económica que padece el país y que en los últimos dos meses se ha traducido en una devaluación monetaria del 70%.

Esta iniciativa obrera, insólita en un país de economía capitalista, solo puede explicarse por las singulares relaciones existentes en México entre los sindicatos y el poder. La CTM es uno de los tres brazos, seguramente el más poderoso, del Partido Revolucionario Institucional...

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Cuatro millones de obreros afiliados a la CTM (Confederación de Trabajadores de México) entregarán el 1% de su salario al Gobierno federal, en forma de impuesto voluntario para superar la grave crisis económica que padece el país y que en los últimos dos meses se ha traducido en una devaluación monetaria del 70%.

Esta iniciativa obrera, insólita en un país de economía capitalista, solo puede explicarse por las singulares relaciones existentes en México entre los sindicatos y el poder. La CTM es uno de los tres brazos, seguramente el más poderoso, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que se mantiene en el Gobierno desde hace medio siglo.La afiliación a la CTM significa el ingreso automático en las filas del PRI. Es como si Comisiones Obreras impusiera como condición la militancia en el partido comunista. Los principales líderes cetemistas están ahora mismo en campaña electoral con el PRI, formando parte de las candidaturas oficiales al Congreso y al Senado.

El máximo dirigente del sindicato gubernamental, Fidel Velázquez, un anciano de 82 años, que desde hace treinta dirige con mano de hierro el mundo sindical, ha explicado en el periódico oficial de la CTM que el Gobierno de López Portillo ya ha dado una muestra de obrerismo con un reciente decreto que obligaba a las empresas a subir los salarios entre un 10% y un 30% para compensar a los trabajadores por las alzas de precios que la devaluación ha traído consigo.

Crisis empresarial y subidas salariales

Este reajuste salarial por decreto ha motivado una fuerte contestación de la patronal, cuyos dirigentes opinan que muchas empresas no pueden afrontar una medida "de este tipo, a menos que se desprendan de una parte de sus plantillas. Algunos grandes consorcios industriales, endeudados en dólares y con pasivos crecientes, han comenzado a entregar cartas de despido.Pero aun a regañadientes, los empresarios están empezando a aplicar la subida de salarios. Curiosamente, es el propio Gobierno quien todavía no lo ha hecho con sus funcionarios. Para compensar parcialmente a las empresas, el Gobierno ha puesto en marcha todo un complejo mecanismo de exenciones fiscales y moratorias para créditos de la banca oficial.

En este contexto, Fidel Velázquez opina que es ahora a los trabajadores a quienes corresponde dar muestras de su solidaridad nacional con este impuesto voluntario, ya aprobado por la comisión ejecutiva de la CTM.

Curiosamente, la única voz que hasta ahora se ha levantado en contra de este nuevo sacrificio de los trabajadores es la del candidato presidencial del Partido de Acción Nacional (PAN), Pablo Emilio Madero, que es la opción más derechista del sistema político. Para los empresarios, sería más positivo que la solidaridad obrera se patentizara en un aumento de productividad del

Este impuesto puede suponer más de 5.000 millones de pesos anuales (unos 12.500 millones de pesetas), haciendo un cálculo aproximado sobre la base del salario mínimo, situado actualmente en tomo a los 290 pesos (725 pesetas). Esta cifra podría, más que duplicarse, si se suma a la iniciativa el Congreso del Trabajo, que cuenta con otros cinco millones de afiliados más, y que pese a ser un conglomerado de sindicatos oficiales e independientes, está dominado de hecho por la CTM, cuyo máximo dirigente es al mismo tiempo presidente de la entidad.

Solo en las bases sindicales más polarizadas del país parece detectarse cierta resistencia a entregar aunque sea una mínima parte de unos salarios que, pese a la subida, ya están perdiendo capacidad adquisitiva con una inflación galopante del 13% en sólo un trimestre.

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