Todos quieren la tarta del Mundial-82

El Mundial-82 es una tarta de la que todos quieren llevarse la guinda. Las tensiones por los benericios mundialistas acabarán por convertirnos en el hazmerreír de todos los participantes. Los clubes comienzan a arrepentirse de las inversiones realizadas en la remodelación de los campos, los ayuntamientos se consideran obligados a acicalar las ciudades y pretenden que se les paguen las plantaciones de tulipanes, y, en el colmo de los despropósitos, hay quien ahoga por repartir los beneficios que pueda obtener la Federación Española de Fútbol, entre los deportes minoritarios. Y, por el momento, ...

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El Mundial-82 es una tarta de la que todos quieren llevarse la guinda. Las tensiones por los benericios mundialistas acabarán por convertirnos en el hazmerreír de todos los participantes. Los clubes comienzan a arrepentirse de las inversiones realizadas en la remodelación de los campos, los ayuntamientos se consideran obligados a acicalar las ciudades y pretenden que se les paguen las plantaciones de tulipanes, y, en el colmo de los despropósitos, hay quien ahoga por repartir los beneficios que pueda obtener la Federación Española de Fútbol, entre los deportes minoritarios. Y, por el momento, no hay polémica con las diputaciones provinciales, que siguen sin aplicar los beneficios de las quinielas al deporte, como marca la Ley.

Raimundo Saporta dijo que el Mundial no iba a ser el plan Marshall, pero no le hicieron mucho caso. Algo de cúlpa tiene él respecto a las ilusiones que se han hecho algunos por medio del Cultural-82, pero afortunadamente ya se han puesto las cosas en claro. Ahora todas las federaciones nacionales dispuestas a organizar un festejo, aprovechando la celebración del Campeonato del Mundo de Fútbol, pretenden que se les subvencionen los gastos del montaje.Las tensiones sobre los dineros comenzaron en el propio Comité Organizador cuando fueron aprobadas las obras de remodelación. En Vigo se centraron las mayores crispaciones. El alcalde vigués, socialista, quiso construir un centro de Prensa, cuya finalidad era convertirse en un pabellón polideportivo después del Mundial. La propuesta únicamente la defendió en el Comité Saporta, porque se lo había prometido al alcalde. La opinión del entonces representante del Ministerio de Obras Públicas, Angel Mario Carreño, pudo más que la del presidente. A Sancho Rof no le interesó que el alcal de vigués se marcara un tanto importante, y la ciudad se quedó sin su ovni. De todeis maneras, UCD no ganó las elecciones gallegas.

Los clubes de fútbol se pasaron en sus peticiones al Comité, a la hora de remodelar los campos. El Madrid, por ejemplo, solicitó 530 millones de pesetas de crédito porque era un dinero barato, puesto que había dos años de carencia y únicamente un 11% de interés. La mísma postura fue la del resto. Ahora la mayoría se ha dado cuenta de que va a tener dificultades para pagar. La Federación entendió que este problema se podría susbsanar gracias al 1% que va a percibir, para repartir entre sus asociados, de las quinielas dominicales. Los clubes no se conforman con eso.

A la hora de solicitar las sedes mundialistas, los ayuntamientos no quisieron quedarse atrás y se lanzaron a la conquista de sus propósitos. Los alcaldes de las ciudades importantes no se atrevieron a renunciar, conocedores del disgusto que podría proporcionar a la ciudadanía la no participación en el Mundial. Con el tiempo, los ayuntamientos han reparado en que tienen que realizar gastos más o menos importantes y también desean sacar tajada. Cierto que en algún caso los munícipes poco tenían que decir, ya que el campeonato les caía de pleno en función de la importancia de la capital y de sus estadios.

Lo más chocante es lo que van a proponer algunos; que los posibles beneficios de la Federación de Fútbol se repartan entre los deportes minoritarios. Puede ser una discusión divertida. Esto sería como empezar la reforma agraria por el fútbol.

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