Cartas al director

Defensa de los suramericanos

Quiero testimoniar mi respeto a la labor seria, honrada, progresista y democrática que un gran grupo de hombres y mujeres realiza y que se ve materializada, día a día, en sus páginas.Sin embargo, desde mi posición de modesto lector y, por tanto, receptor y consumidor de noticias, quisiera poder diferenciarlos en algunos aspectos, por supuesto de forma positiva, del resto de los medios de difusión a la hora de publicar o transmitir cierto tipo de informaciones. Seré claro e iré al grano.

En mi condición de argentino quiero expresar mi más absoluta indignación por la ligereza negli...

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Quiero testimoniar mi respeto a la labor seria, honrada, progresista y democrática que un gran grupo de hombres y mujeres realiza y que se ve materializada, día a día, en sus páginas.Sin embargo, desde mi posición de modesto lector y, por tanto, receptor y consumidor de noticias, quisiera poder diferenciarlos en algunos aspectos, por supuesto de forma positiva, del resto de los medios de difusión a la hora de publicar o transmitir cierto tipo de informaciones. Seré claro e iré al grano.

En mi condición de argentino quiero expresar mi más absoluta indignación por la ligereza negligente con que se tratan algunas noticias, rumores o especulaciones que vinculan hechos delictivos con la autoría o intervención "casi segura" de "elementos suramericanos", todo esto invocando la inevitable y confusa coletilla de "las fuentes dignas de todo crédito". Es rnenester recordar el secuestro del famoso goleador del F.C. Barcelona Enrique Castro Quini, del que la práctica totalidad de la Prensa dio su información lanzando desde el primer momento la hipótesis de que el triste sucesos estuviera pla-

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neado y ejecutado por expertos mafiosos suramericanos. O el más reciente caso del también secuestrado doctor Iglesias Puga, que estará más fresco en la memoria de todos y que, ¡cómo no!, también fue atribuido desde el principio a esa nueva lacra social.

En mi calidad de ciudadano español (los azares de la doble nacionalidad) me sienteo avergonzado por este tipo de "errores" que deploro enérgicamente, al tiempo que hago votos por que esta tendenciosa actitud, articulada desde no sé que oscuras instancias, no sea seguida por quienes, como EL PAÍS, han demostrado en otras muchas ocasiones su solidaridad y sentimiento del deber de reciprocidad por un gran número de personas que en muchos casos se encuentran fuera de su tierra no por su propia voluntad y viviendo bajo injustos condicionamientos. Confío y deseo que de aquí en adelante su periódico (que es también un poco el mío) no incurra en este tipo de lamentables deslices./

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